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"Todo lo que sabemos, lo sabemos entre todos".
Campesino analfabeto andaluz

lunes, 31 de enero de 2011

Entrevista con Edgar Morin: “Un camino para evitar el desastre anunciado”

A los 89 años Edgar Morin continúa produciendo ricas reflexiones orientadas hacia el porvenir. Este antiguo miembro de la resistencia, ex comunista, sociólogo y filósofo, a quien sin saberlo Nicolás Sarkozy copió hace algunos años el concepto de “política de civilización” acaba de terminar un nuevo libro, “El camino”, en el cual realiza una severa y angustiosa constatación de los males de nuestra época y trata de bosquejar algunas pistas para el porvenir. Entrevista de Rue 89.
Leyendo su libro nos hemos sentido golpeados por su pesimismo. Usted predice una catástrofe para la humanidad diciendo que lo peor no es nunca seguro. La nota esperanzada del final se dirige a los que sobrevivirán al cataclismo…
Escribir 300 páginas de propuestas para el futuro no es pesimista. Si hubiera sido pesimista habría sido Cioran, habría escrito algunas máximas diciendo “todo está perdido”.
Me ubico en un punto de vista que distingue lo probable de lo improbable. Lo probable para un observador dado en un lugar dado consiste en proyectarse hacia el futuro a partir de las mejores informaciones disponibles en su tiempo.
Evidentemente si yo proyecto hacia el futuro, el curso que sigue actualmente el planeta resulta extremadamente inquietante ¿Por qué?
No solamente debido a la degradación de la biósfera o a la propagación de las armas nucleares, sino también porque existe también una doble crisis: la crisis de las civilizaciones tradicionales bajo la influencia del desarrollo y de la globalización, que no es otra cosa que la occidentalización y la crisis de nuestra civilización occidental que está produciendo este acelerado futuro en que no existen controles para la ciencia y la técnica y donde la ganancia es desenfrenada.
La muerte de la “hidra” del totalitarismo comunista ha provocado el despertar de la hidra del fanatismo religioso y la sobreexcitación de la hidra del capital financiero.
Estos procesos parecen encaminarnos a catástrofes que no se sabe si van suceder o a combinarse. Todos estos procesos son lo probable.
Solamente la experiencia histórica nos muestra que llega lo benéficamente probable. El formidable ejemplo del mundo mediterráneo de cinco siglos antes de nuestra era: ¿cómo una pequeña y lastimosa ciudad como Atenas pudo resistir dos veces a un imperio gigantesco y alumbrar la democracia?
He vivido también otra experiencia. En el otoño de 1941, luego de haber destruido casi totalmente los ejércitos soviéticos que encontraba en su camino, Hitler llegó a las puertas de Leningrado y de Moscú. En Moscú un invierno prematuro congeló al ejército alemán. Los soviéticos ya se habían retirado hasta más allá de los Urales.
La historia habría sido diferente si Hitler hubiera desencadenado su ofensiva en mayo como él quería y no en junio luego de que Mussolini le pidiera ayuda, o si Stalin no hubiera sabido que Japón no atacaría a Siberia, lo que le permitió nombrar al general Joukov en el frente de Moscú.
El 5 de diciembre, la primera contraofensiva soviética liberó a Moscú hasta 200 km y dos días más tarde los estadounidenses entraron en guerra. He ahí algo improbable que se transforma en probable.
Actualmente ¿qué es lo improbable? La vitalidad de la llamada sociedad civil, una creatividad preñada de porvenir. En Francia la economía social y solidaria emprende vuelo, la agricultura biológica y granjera, soluciones ecológicas, actividades solidarias… Esta mañana recibí por email un documento sobre agricultura urbana.
En Brasil, adonde voy a menudo, formidables iniciativas están transformando actualmente una villa miseria condenada a la delincuencia y la miseria en una organización para salvar a los jóvenes.
Se crean muchas cosas. El mundo hierve de iniciativas por querer vivir. ¡Hagamos de tal modo que esas iniciativas se conozcan y crezcan! Allí está la mayor dificultad, porque estamos siendo arrastrados a toda velocidad en una carrera hacia los desastres, sin que tengamos conciencia de lo que nos ocurre.
La crisis intelectual es probablemente la peor porque continuamos pensando que el crecimiento va a resolver todos los males mientras que el crecimiento infinito y acelerado nos proyecta en un mundo finito que lo vuelve imposible.
No existen pensamientos lo suficientemente complejos para encarar todo eso: nuestra educación forma muy buenos especialistas pero incapaces de transmitir sus conocimientos a los demás. Hacen falta reformas solidarias. Todo eso nos muestra la dificultad que nos plantea el cambio de ruta.
Pero la humanidad ha cambiado muchas veces de ruta. ¿Cómo fue posible que el príncipe Sakyamuni, reflexionando sobre el sufrimiento elaborara una concepción de la verdad que se transforma en religión? ¿Cómo es posible que un pequeño chamán judío, disidente y crucificado generara gracias a Pablo esta religión universal que es el cristianismo? ¿Cómo, que Mahoma expulsado de la Meca, haya dado origen a una religión gigantesca?
¿Cree que hace falta un nuevo profeta?
No… pero sí hacen falta ciertamente nuevos pensadores. No hay que olvidar que los socialistas Marx o Proudhon eran considerados estrambóticos, y fueron ignorados y despreciados por la “intelligentsia” de la época. Sólo a partir de finales del siglo XIX nace el Partido socialista demócrata alemán, el socialismo reformista, el comunismo leninista, etc. y se desarrollan como formidables fuerzas políticas.
También en el plano histórico, el capitalismo se desarrolló como un parásito del lujo del mundo feudal. La monarquía luchaba contra el feudalismo y el mundo burgués y capitalista pudo entonces desarrollarse. La historia ha cambiado de sentido, es un factor optimista.
He partido de la idea de que hay que reformarlo todo y de  que todas las reformas son solidarias. Estoy obligado a pensarlo puesto que una revolución radical como la de la URSS o aún la de Mao, que pensaron liquidar totalmente un sistema capitalista y burgués, una estructura social, económica y estatal finalmente no lo lograron. Provocaron en cambio en el largo plazo la victoria del enemigo que creían haber liquidado: es decir un sistema capitalista peor que el de 1917 y la vuelta triunfal de la religión en Rusia y en China, la victoria del capitalismo vinculado a la esclavitud del Estado.
Lo que dice acentúa el pesimismo, puesto que se comprueba la existencia de un vacío de pensamiento. Ninguna fuerza política en vísperas del 2012 alberga esa complejidad.
En todos los sectores existen ejemplos positivos, marginales puede ser… Pero todas las grandes reformas y las revoluciones han surgido a partir de experiencias marginales.
Pero lo que no es pesimista es que yo vinculo la esperanza a la desesperanza. Cuanto más se agraven las cosas más se tomará conciencia. Hölderlin dijo: “Donde crece el peligro, crece también la salvación” es decir que hay posibilidades de que se provoquen las tomas de conciencia.
Es necesario superar el dualismo optimismo-pesimismo. Yo no sé si soy un “optipesimista” o un “pesioptimista” Son categorías en las que uno no debe dejarse encerrar.
¿Qué piensa usted del librito de Stéphane Hessel?
La juventud espiritual de Stéphane Hessel, su vida recta, la resistencia, la deportación, su fidelidad al programa del consejo de la Resistencia, su proyecto sobre los derechos humanos, la fundación para ayudar a las aldeas africanas… ¡Es un humanista planetario!
Su éxito es muy significativo y muy positivo. Su librito tiene la función de despertar pero es necesario evitar el malentendido de concentrarse sobre la noción de la indignación. Una indignación sin reflexión es peligrosa. La indignación no es un signo de verdad, la indignación es verdadera si se fundamenta en el análisis. Evidentemente si usted considera el asunto Bettencourt, hay de qué indignarse…
Ese libro es un chasquido despertador que va un poco más allá de la indignación. Pero es necesario superar este estadio por otro, el del pensamiento. Los días de huelga por las jubilaciones cumplían un papel polivalente, todos los descontentos se cristalizaban. Había un lado de “despertar popular”. Allí también hay un enorme trabajo a realizar ¿Por qué? A causa de la crisis, de la esterilidad del PS, en el lado cerrado y sectario de los pequeños partidos de izquierda… a despecho del interés de la ecología política.
Estamos frente a una crisis del pensamiento político. Yo que he tratado de inyectar el pensamiento político compruebo mi fracaso total. La cosa es más grave porque veo la muerte lenta de la gente de izquierda y de la gente republicana.
A principos del siglo XX los maestros y los profesores eran los portadores de las ideas republicanas, de las ideas de la revolución: “Libertad, Igualdad, Fraternidad” luego asumidas por el Partido socialista, por el comunista en las escuela de formación. En el mundo intelectual la “intelligentsia” era universalista y portadora de grandes ideas…
Ahora todo se ha terminado, la enseñanza se ha concentrado en las especialidades, se habla de Le Pen en las presidenciales, la situación es grave.
Pero allí puede que todavía pueda regenerarse con el mensaje de Hessel. O con el de Claude Alphandery, sobre la economía social y solidaria que aporta muchas ideas.
Las ideas que defendemos han sido elaboradas por pequeños grupos, con el doctor Robin, etc. El capitalismo no va a ser reemplazado por un golpe de varita mágica, pero es posible limitar su zona de dominio absoluto. Ya se han experimentado algunas ideas sobre monedas locales. Hay ideas en todas partes, he recogido en mi libro las experiencias de unos y otros.
Usted habla del crecimiento que persiste como credo de la clase política como uno de los vectores de agravamiento de la crisis. ¿Se ha convertido usted al “descrecimiento”?
No, es necesario combinar crecimiento y descrecimiento. Estoy en contra de ese pensamiento binario que no logra superar la contradicción. Hay que distinguir entre lo que debe crecer y lo que debe decrecer. Lo que va a crecer es evidentemente la economía verde, las energías renovables, las actividades solidarias, los servicios sorprendentemente subdesarrollados como los hospitalarios.
Sabemos muy bien que lo que debe decrecer es el derroche enegético y contaminante, esta carrera desenfrenada de consumo, de intoxicaciones consumistas…
Es todo un mundo de ideas, pero lo que falta es su ingreso a una fuerza política nueva.

En 2008 Nicolás Sarkozy le tomó prestado lo de la “política de civilización”? ¿Qué pasó luego?
Hay un mal entendido. En su campaña Nicolas Sarkozy habló de “política de civilización” Su asesor Henri Guaino, que conocía al menos el título tomó esta idea. Algunos diarios dijeron que me lo habían robado. En Le Monde, dije que yo no sabía qué es lo que Nicolas Sarkozy entendía pero yo sí expliqué lo que entendía por “política de civilización”.
Como no fuí demasiado agresivo me invitaron a reunirme con Sarkozy en el Elíseo. Allí me dijo que para él la civilización era la identidad, la nación, etc. Yo le expliqué: “Es luchar contra los males de nuestra civilización salvaguardando sus aspectos positivos·” La entrevista fue muy cordial.
Se sorprendió cuando al despedirme le dije: “Estoy seguro de que en sus discursos es usted sincero durante tres cuartos de hora lo que le permite decir otras cosas en el cuarto de hora restante”. Fue una pequeña broma.
Al día siguiente un periodista le preguntò sobre su “política de civilización” y él respondió “Ayer estuve con Edgar Morin, me aseguró que está de acuerdo con las tres cuartas partes de mi política”. Nunca ví tantos micrófonos preguntarme sobre eso.
En Francia tuve una importante tribuna para hacer comprender a la gente que yo no me había convertido en un incondicional de Sarkozy pero los amigos me telefoneaban desde España y desde Italia y me preguntaban ¿Tú también pobrecillo?
Fue luego de Kouchner, Amara… noten que gracias a Sarkozy, se editaron miles de ejemplares, Lo lamentable es que no tuvo ninguna influencia en su política. No comprendió.
¿Tiene usted contactos con responsables de la izquierda?
Recibí el libro de Arnaud Montebourg. En su dedicatoria dice inspirarse en algunas de mis ideas. Si es así estoy contento. Ségolène Royal me defendió en el momento del malentendido con Sarkozy. Mostró un ejemplar del libro diciendo que allí estaba la verdadera política de civilización. Pero no encuentro ningún signo de renovación política.
Usted defiende en “El camino” la democracia participativa, un concepto de Royal
Ella tiene razón. En Brasil existen ejemplos en los que la población analiza algunos presupuestos… Creo que como complemento de la democracia parlamentaria e institucional debe existir una democracia de base que pueda controlar y hasta decidir sobre ciertos problemas como la construcción de un tramo de carretera, la instalación de una fábrica…
Soy partidario de la democracia participativa pero sé que no es una solución mágica. El riesgo es que la población más involucrada esté ausente, los viejos, las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes…
También se corre el riesgo de que esas asambleas sean ahogadas por los partidos. Esa manía de los pequeños partidos troskistas de ahogarlo todo. Ellos creen hacer un bien en realidad, pero destruyen todo. ¡Vean el altermundismo!
A menudo son también los que más gritan, los que juegan los papeles más importantes y los demás se callan. Es necesario emprender toda una educación para ejercer la democracia participativa.
Si se cuida el germen de la renovación ciudadana las cosas pueden cambiar. Es necesario crear instituciones en las que se enseñe a los ciudadanos sobre los grandes problemas políticos. Como la democracia se está marchitando, la regeneración de la democracia es importante.
Sin embargo la mayor dificultad es el desencanto. Las viejas generaciones creyeron en la revolución, en el comunismo, en la denominada sociedad industrial, en la prosperidad, en el fin de las crisis. Raymond Aron ha dicho: “La sociedad industrial hará que la sociedad sea lo menos mala posible”. Había esperanzas, el socialismo árabe, las revoluciones… Todas esas esperanzas se han hundido.
Sin embargo en Brasil o en China esas creencias en la prosperidad, en el crecimiento, todavía existen.
En América Latina la izquierda existe en forma plural. Debe decirse las izquierdas. Lula, Kirchner, Bachelet, Correa… Chávez no, yo no diría que es de izquierda.
El Brasil, ese gran país con gran potencial industrial, apuesta su porvenir al desarrollo, lo cual es muy peligroso para la Amazonia, etc. En síntesis también allí se han introducido distintos pensamientos. Lula está dividido entre los que dicen que hay que proteger la Amazonia y los que quieren explotarla.
Correa no quiere explotar los recursos petroleros; Morales en Bolivia reconstruye la sociedad del “bien vivir” es decir vivir con la “pachamama”, la madre Tierra. Intenta realizar una simbiosis entre las civilizaciones tradicionales y las civilizaciones occidentales.
Las tradiciones aportan la relación con la naturaleza, las solidaridades familiares, de vecindario, de pueblo, el respeto a las generaciones mayores; sus defectos son a menudo el autoritarismo familiar, el conservadorismo. Occidente aporta la democracia, el derecho de los hombres y las mujeres.
El elemento disparador de la popularidad de Lula es la “bolsa familia” un subsidio a las familias pobres para que puedan mandar los chicos a la escuela y también para tener acceso al consumo. Esta idea se está estudiando en Marruecos y en otros países, es una forma de luchar contra la pobreza. Está muy bien. Es un continente muy vivo.
Pero en China existe una simbiosis entre el más terrible capitalismo y el autoritarismo total. Aunque allí también hay algunos fermentos: ecología, libertad…
Hablemos del desengaño. ¿Piensa usted que es algo propio de occidente o que es global?
Es global. Creo que la pérdida de la fe en el progreso como camino histórico es uno de los factores más importantes del desengaño. Esta creencia planteada por Condorcet fue inoculada al mundo entero. Ahora hemos perdido el porvenir. El mañana es incertidumbre, peligro, angustia. Cuando el presente es angustioso uno vuelve la mirada hacia el pasado, la identidad, la religión, de ahí el formidable despertar de las religiones.
Dimos un premio del Jurado del Mundo, del que formo parte, a una iraní que explica muy bien cómo la “intelligenzia” de izquierda luego de la caída del Sha, apoyó a Jomeini. Una parte de las nuevas generaciones se convirtió en integrista religiosa en los países árabes-musulmanes.
Observen están terrible crisis de Túnez: el régimen se declaró en contra del integrismo justificando la represión. Y así llegó a desintegrar las fuerzas democráticas que existían en el país. Constituye una situación trágica.
A Stephane Hessel, nuestro amigo Claude Alphandery y a mí nos consideran dinosaurios. Con Claude estuvimos en la resistencia, después fuimos comunistas y luego nos apartamos del comunismo. Ël a pesar de sus actividades bancarias no ha perdido sus aspiraciones.
Lo conocí después de la Liberación. Nos seguimos viendo con frecuencia y nos hemos dado cuenta que conservamos nuestras aspiraciones, pero hemos perdido nuestras ilusiones.
Algunos se convierten en cínicos…
O se pasan a la derecha o a lo religioso
¿Usted no está desengañado con Obama?
No, admiro y respeto a Obama. El estado regresivo del mundo ha provocado el fracaso de su política hacia Israel y Palestina, para el resto, Afganistán… Es un poco una víctima. Su fracaso me entristece pero no estoy desengañado.
Lo que temo es el desencadenamiento de una reacción estadounidense peor que la de Bush. Cuando uno ve el Tea Party, la reacción de los republicanos resulta preocupante. El diagnóstico de la regresión debe incitarnos a proponer un futuro. No un programa, un modelo de sociedad… No es necesario proponer un camino que pueda crear otros caminos y que ese camino pueda alumbrar la metamorfosis. ¡Es la vertiente optimista de una conclusión pesimista!
Usted dice que el desengaño es la pérdida de fe en el progreso. La proximidad del desengaño está relacionada con la proximidad de la propia muerte…
Jamás hubo esta comunidad de destino para toda la humanidad, todos los humanos tienen las mismas amenazas mortales, los mismos problemas de salud. Por eso la globalización es la mejor y la peor de las cosas…
El problema de la muerte me interesó en “El hombre y la muerte”. Detrás de este interés estuvo la muerte de mi madre cuando yo tenía 10 años, un acontecimiento atroz y absurdo, luego el fusilamiento, la deportación de mis amigos…
Es cierto, la vida y la muerte son dos enemigos, pero también la vida logra luchar contra la muerte con la ayuda de la muerte. Matamos los animales que comemos. Nuestras células mueren y son reemplazadas por células jóvenes. Esta permanente dialéctica entre la vida y la muerte en la que finalmente triunfa la muerte sobre los individuos, como sobre la vida con la muerte del sol, esto no hace sino fortalecer la idea de la importancia de vivir.
Se pueden reprimir las angustias de la muerte mediante la intensidad de la vida, las fuerzas vitales que son las fuerzas del amor, de la poesía, del arte de la comunión. No hay otra respuesta para la muerte que la de poder vivir su vida, salvo para los que creen en la vida después de la muerte.
Usted insiste en la idea de la metamorfosis con la parábola de la oruga y de la mariposa ¿Es una versión diferente de la vida después de la muerte?
No. después de la muerte existe la resurrección en el cristianismo y en el Islam, o la reencarnación. Mi idea es que algo sucede en la tierra. No sólo existen muchas metamorfosis en el mundo animal, entre los batracios, los insectos, sino también entre los hombres. Nosotros mismos cuando somos fetos nos metamorfoseamos. Pasamos del estado líquido al aire.
Históricamente toda la humanidad ha conocido la metamorfosis: las sociedades de cazadores en algunos lugares del planeta hasta las primeras ciudades, la agricultura, las grandes religiones, las obras de arte, las técnicas, la filosofía… Desde la aparición de los grandes imperios hasta la actualidad, se han producido extraordinarias metamorfosis.
Hoy en día debemos llegar a una metamorfosis post histórica, a una civilización planetaria cuya forma es imposible prever. Permanezco por lo tanto en un universo muy terrestre, por no decir terreno.
¿No es acaso el conflicto en Oriente Medio símbolo de los males de la civilización actual?
Exactamente. Los está llevando al paroxismo. Se han formado dos naciones en un mismo territorio, se han formado dos nacionalismos y ambos tienden a tomar una coloración cada vez más religiosa.
Muchos se preguntan qué es esta historia frente a los dramas de Sudán… No es así como debe plantearse la cuestión porque implica a millones de musulmanes, de judíos, de cristianos a causa de Jerusalem. Lo he pensado como una especie de cáncer, algo que produce metástasis: el antijudaísmo en el mundo musulmán se nutre del antisemitismo occidental que se atenúa en provecho del antiarabismo.
Esta historia agrava la situación mundial. No es el único factor del maniqueísmo y del integrismo, sino una degradación ciertamente general
Retiramos la palabra pesimismo…
Es necesario conjugar optimismo y pesimismo. Tal es el pensamiento complejo, unir dos nociones que se rechazan.

De mayor seré...lo que me guste

A mitad de curso surgen dudas de todo tipo. “Temo haberme equivocado a la hora de elegir” una determinada carrera; o bien “nunca debí haber confiado” en tal persona; “no sé qué me falta” que no acabo de sentirme seguro.
Es fascinante pensar que la mayoría de la gente no ha tenido la oportunidad de analizar el fundamento de sus dudas. Tomemos un ejemplo que afecta a millones de jóvenes y a sus padres. ¿Qué elemento debe ser el mío? –que es tanto como adivinar qué profesión elijo–. La pregunta no tiene ahora una respuesta fácil, porque el pensamiento científico está vaciando de contenido un arma que hasta ahora se había utilizado profusamente y con gran seguridad. Me refiero al llamado “coeficiente intelectual”.
Las generaciones anteriores estaban primordialmente interesadas en descifrar las capacidades de personas que buscaban un trabajo típico de lo que demandaba la sociedad industrial: ingenieros, economistas y científicos. Se prescindía erróneamente del vasto y fecundo campo creativo representado por las artes. Se creía que con un simple algoritmo se podía medir la inteligencia de cada cual y que esta se hallaba en los más preparados para los puestos más demandados.
Son muchos los que no se han percatado todavía de que todo ha cambiado. Hemos perdido confianza en los índices de inteligencia para medir la inteligencia y sobre todo la capacidad creativa de una persona. Hoy sabemos que difícilmente un solo universo puede prodigar lo que la sociedad necesita; son precisas interacciones entre fuentes académicas y creativas o artísticas.
Los jóvenes y sus padres deberían buscar menos lo que hay alrededor suyo e intentar penetrar en cuál es el elemento vocacional de su hijo. ¿En qué aprendizaje me siento bien? Esa pregunta es mucho más importante que descubrir cuál es la demanda o el empeño de un determinado sector fuera de uno mismo. Vale la pena enumerar los secretos de la creatividad pródiga, además, en puestos de trabajo.
Lo primero es estar seguro de aquello que uno disfruta haciendo. Los padres deberían –al aconsejar a sus hijos– intentar desentrañar el aprendizaje añorado por sus hijos. ¿En qué les gustaría trabajar o pasar su vida? Eso es lo importante. El segundo secreto de la creatividad y el trabajo futuro es la pasión. Seguro que hay un aprendizaje al que nos gustaría dedicar la mayor parte de nuestro tiempo de forma apasionada; sin que nos demos cuenta de que pasa el tiempo. El tercer secreto de la creatividad que tanto hemos descuidado es algo más duro, a veces, de sustentar de manera prolongada. Pero es perfectamente posible hacerlo si se dan los dos primeros requisitos: ser consciente de la vocación sentida apasionadamente.
Se trata, claro está, de intentar controlar la situación y solo existe una manera para controlarla, y es profundizando con disciplina y rigor en el conocimiento de esa pasión. Hay un cuarto secreto de la creatividad necesario para compensar la falta de interacción entre ciencia y arte. No es posible fijarse un objetivo ambicioso, aunque sea la consecución de lo que se considera el elemento o vocación propia, sin asumir algún riesgo.
En el Renacimiento se había producido ya una verdadera revolución, en la que la creatividad –sobre todo a través del arte– acompañó a la ciencia. Vino después la Ilustración, en la que todo el aparato ideológico, mental y numérico estaba diseñado para garantizar el progreso de la revolución industrial. Desde entonces, la separación absurda entre contenidos académicos y emociones, entre ciencia y creatividad, marginó a esta causando un daño incalculable.

El Aprendizaje del ahora y del mañana




RECETAS PARA AFRONTAR LOS TIEMPOS DE CRISIS

Eduard Punset: Algunas recetas para directivos en tiempos de crisis
“El liderazgo y el cambio de modelo empresarial pasa por el aprendizaje social y emocional en el mundo corporativo”, aseguró Eduard Punset en la inauguración del programa académico 2011 del Instituto Arnaiz de Estudios e Investigación que se celebró el pasado miércoles 26 de enero. Punset, que participó como invitado en la jornada titulada “Recetas para directivos en tiempo de crisis”, afirmó que el directivo “debe realizar un esfuerzo en aplicar en la empresa el principio de no hay conocimiento sin entretenimiento”.
Los nuevos empresarios “tienen que acercarse a las emociones de sus empleados, para evitar la dicotomía entre trabajo y placer”. En definitiva, añadió, “los responsables deben intuir el dominio o el elemento más adecuado en cada trabajador”. Punset dijo que “el problema real de la empresa no se circunscribe solo a una falta de recursos, sino a una ausencia de conocimiento e información para permitir la innovación
Eduardo Punset participó posteriormente en una mesa redonda acompañado del ex Ministro de Asuntos Exteriores y diplomático, Carlos Westendorp, de la investigadora y Presidenta de la Real Sociedad Española de Física, María del Rosario Heras, y del Presidente del Grupo ARNAIZ, que coincidieron en la necesidad de que las empresa, las universidades y las Administraciones “busquen las sinergias necesarias para favorecer la innovación y la implantación de nuevos modelos educativos y empresariales”.


INTERNET ESTÁ CAMBIANDO LAS MENTES

El libro 'Superficiales', de Nicholas Carr, defiende que la tecnología promueve la lectura frívola, aunque otros expertos lo niegan.

A los 35 años, Friedrich Nietzsche apenas podía escribir. De frágil salud, le dolía horrores fijar la vista en el papel. En 1882, recibió en su casa una Malling-Hansen, una precursora de las máquinas de escribir con forma de bola. Gracias al artilugio, el filósofo alemán volvió a plasmar sus ideas. De esa máquina saldrían sus mejores obras, como Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal o Ecce homo. Pero su literatura había cambiado. Como el propio autor reconoció a un amigo, su estilo se había hecho más telegráfico y, como si el hierro de las teclas se hubiera colado en la mente del escritor, más contundente y duro. La tecnología estaba modulando su mensaje, al estilo del aforismo de Marshall McLuhan de que el medio es el mensaje. Un siglo después, internet parece estar haciendo lo mismo, esta vez a millones de personas. Pero el resultado no está siendo tan fructífero. Según el estadounidense Nicholas Carr, el sinfín de estímulos que llegan al cerebro desde la red nos está haciendo unos superficiales.
Carr ha publicado esta semana la obra Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus Pensamiento). Editada en inglés el verano pasado, está generando una gran polémica tanto en EEUU como en Europa. El autor sostiene en la obra que la red, tan llena de ventajas, está alterando nuestras habilidades cognitivas. Haciendo un repaso por la historia de la tecnología, desde la invención del reloj hasta el libro, pasando por la bola de escribir de Nietzsche, muestra que cada una de ellas ha dejado su huella en la mente. Apoya el repaso con los más recientes experimentos en el campo de la neurología. Su conclusión es clara: internet, la última gran tecnología, está debilitando algunas de las funciones cerebrales más elevadas, como el pensamiento profundo, la capacidad de abstracción o la memoria.
El riesgo al delegar la memoria es «empezar a perder la humanidad»
El autor parte de una idea que ya planteó en un célebre artículo en la revista The Atlantic en 2008. Con el provocador título ¿Nos está haciendo estúpidos Google?, relataba su incapacidad personal para concentrarse. El libro, de hecho, es una extensión de aquella idea. "Solía ser muy fácil que me sumergiera en un libro o un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en los recursos de la narrativa o los giros del argumento, y estaría horas surcando vastas extensiones de prosa. Eso ocurre pocas veces hoy. Ahora mi concentración empieza a disiparse después de una página o dos. Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer", escribe en el primer capítulo de la obra. Él culpa a internet de su despiste. Ya no se concentra. Cuando está delante del ordenador leyendo un artículo, cada poco tiene que dejarlo para revisar el correo o para enviar un mensaje. Peor aún, cuando vuelve al texto, lo ojea por encima y se pierde en una marea de enlaces. Y no es el único al que le pasa.

Modelo más abierto

Un experimento realizado por el diseñador web Jakob Nielsen muestra que se surfea por el contenido de un sitio antes que leerlo en profundidad. Colocó a 232 voluntarios una minicámara para registrar sus movimientos oculares y los puso ante un texto online. Casi ninguno leyó línea tras línea. En realidad, leían el primer párrafo, después escaneaban la parte derecha de la página, se detenían en las líneas centrales y volvían a surfear por la página. Es todo lo contrario a lo que se hace con un libro.
"Es el eterno miedo a lo nuevo", replica un investigador
Carr sostiene que la red incentiva un tipo de lectura superficial. La consecuencia es que entrena la inteligencia visual-espacial pero, a cambio, debilita el procesamiento profundo. Hay, sostiene, una relación directa entre el número de enlaces y la comprensión por culpa de la sobrecarga cognitiva.
Sin embargo, el consultor y especialista en nuevos medios Juan Varela asegura que "ninguna tecnología nos hace más estúpidos, pero los problemas abundan al utilizarlas ahora y antes. Las tecnologías digitales ponen a disposición de los ciudadanos un modelo más abierto, participativo, social y eficiente de gestión de la información, pero a menudo faltan criterios claros para aprovecharlo. Ahí está el principal problema. La clave no es la tecnología, sino tener la destreza y la voluntad adecuadas para aprovecharla". Sería entonces cuestión de una falta de entrenamiento.
Carr apoya su tesis en la neuroplasticidad. La moderna neurología considera probado que el cerebro se ve modificado por el proceso de adquisición de una nueva destreza y por su propio ejercicio. Además, sigue generando nuevas neuronas y conexiones entre ellas, sinapsis, a lo largo de toda la vida. Según la neuróloga Maryanne Wolf, fueron los sumerios, inventores de la escritura, los primeros en establecer intensas interconexiones entre las áreas del cerebro relacionadas con la visión, la conceptualización, el análisis espacial y la toma de decisiones. Su obra la completarían los griegos al perfeccionar el alfabeto creado por los fenicios. Esto supuso el paso de la tradición oral a la escrita.
La tecnología que ha modelado al ser humano es el libro, según el autor
Para el autor, la gran tecnología que ha modelado al ser humano moderno ha sido el libro. A comienzos del primer milenio, aparecieron en Europa las primeras gramáticas. La abigarrada escritura continua dejaba paso a frases y palabras separadas y acentuadas. Por primera vez, se hacía para los ojos y no para los oídos. Aunque supuso el fin de los escribas y lectores oficiales, este cambio hizo posible la escritura en privado, liberando la inventiva, el pensamiento alternativo y hasta el herético. Pero también permitió la lectura en profundidad, la desconexión del mundo que nos rodea. La invención de Gutenberg generalizó el cambio. Ahora, 550 años después, "la imprenta y sus productos están siendo desplazados del centro de nuestra vida cultural hasta los márgenes", escribe Carr, por los medios electrónicos.
El neurofisiólogo del Neurocom de la Universidad de A Coruña y experto en neurociencia computacional Xurxo Mariño reconoce que la tecnología y la cultura modelan el cerebro. El problema es saber cuánto, cómo y si tendrá continuidad. "Es poco probable que internet produzca una modificación evolutiva", explica.
A corto plazo se deberían dar dos factores conjuntamente. Por un lado, un uso cultural que modifique el sistema nervioso. Es lo que podría estar ocurriendo con internet. "Lenguas diferentes, por ejemplo, crean mentes distintas". Pero falta descubrir la existencia de genes con una susceptibilidad previa que puedan aprovechar esta nueva tecnología y que se prolonguen en sucesivas generaciones.
Un experto en la red señala que la clave es tener destreza con la tecnología

Cambios culturales

Entre las capacidades que deterioran internet estaría la memoria. Delegamos cada vez más en calculadoras, móviles y otras máquinas datos e informaciones que recordar. Muchos han recurrido a la metáfora de ver la mente como un ordenador y a internet como una gran memoria colectiva. El problema aquí, según Carr, es que la memoria biológica no es como la artificial. Cada vez que se recupera un recuerdo, este se recrea en una especie de fitness cerebral. Sin el ejercicio, las sinapsis neuronales se encogerían. El riesgo que corremos al delegar lo más humano, como el pensamiento y el intelecto en los ordenadores, dice Carr, "es el de poder empezar a perder nuestra humanidad".
"Son argumentos tan viejos como el tebeo", alega el profesor de filosofía de la ciencia en la Universidad Autónoma de Barcelona, David Casacuberta. Este investigador del impacto social y cognitivo de la tecnología recupera un pasaje del Fedro de Platón para desmontar los miedos de Carr. Precisamente, el mismo pasaje que recoge el autor en su libro. En él, el rey Thamus reprocha al dios Thot que haya concedido la escritura a los humanos. "Implantará el olvido en sus almas", dice Thamus. Pero la escritura nos dio nuevas habilidades. "Es el eterno miedo a lo nuevo", añade Casacuberta.
El profesor coincide con Carr en que internet está desplazando a otros medios culturales, como el libro. Pero niega que tenga que ser perjudicial. "Nuestro cerebro no funciona secuencialmente, página a página, sino enlazando conceptos, como los hiperenlaces en internet".

lunes, 24 de enero de 2011

Miedo y Control, los semblantes de la política

Hoy es un día triste en el que una vez más todos se unen en, yo diría que en el único objetivo común de la política, o mejor, de aquellos que se atribuyen esa responsibilidad excluyendo al resto, que no cobra por ejercer de ciudadano de a pie, a saber, no ponerse en peligro. Lo bueno es que en estas situaciones se les ve la auténtica cara, la del miedo a perder su mando de control remoto. Qué ralea! Yo los mandaba al paro a todos.
Bueno, Punset y la ciencia los avergüenza una vez mas.

domingo, 23 de enero de 2011

La historia no fue como nos la contaron

La nación inventada es un repaso divulgativo a la historia de esos siglos en los que se formó la identidad nacional castellana, la nación sobre la que después se edificó el casón de España.
La historia la escriben los vencedores, y la Castilla victoriosa no fue una excepción. En el siglo XIII, tras ganar la batalla de Las Navas de Tolosa y conquistar gran parte de al-Ándalus, cuando sólo faltaba la pieza del reino nazarí de Granada para completar el mapa de la llamada Reconquista, Castilla era sin duda la nación más pujante de la península Ibérica y una de las nuevas potencias europeas. Su pasado, sin embargo, no era tan brillante como su presente: «no había logrado la independencia de León hasta el siglo XI, había sido uno de los últimos reinos cristianos en nacer y en comenzar la guerra contra el islam». Fue en ese momento, durante los reinados de Fernando III y de Alfonso X, cuando toda una serie de falsos mitos, exageraciones y medias verdades —de los jueces de Castilla a Fernán González o El Cid—, entran en la corriente histórica. Han estado ahí hasta hace muy poco y aún forman parte de la cultura popular.
La nación inventada es un repaso divulgativo a la historia de esos siglos en los que se formó la identidad nacional castellana, la nación sobre la que después se edificó el casón de España. Escrito con rigor y un variado anecdotario, ideas e historia, Arsenio e Ignacio Escolar han conseguido repasar de forma amena la historia de Castilla separando, para siempre, realidad y leyenda.


Escucha la entrevista de RNE 1 de Pepa Fernández a Arsenio e Ignacio Escolar, autores del libro "La nación inventada":

jueves, 20 de enero de 2011

CICLO DE CINE Y FILOSOFÍA: LA CERTEZA Y LA DUDA, ENEMIGOS ÍNTIMOS. ¿CUÁL ES TU POSICIÓN EN EL DEBATE?

Como habeis podido comprobar en la encuesta, la ganadora para nuestra próxima cita con el cine ha sido La Duda.

Director: John Patrick Shanley Intérpretes: Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Viola Davis Título en VO: Doubt País: USA Año: 2008. Fecha de estreno: 30-01-2009 Duración: 104 min. Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: John Patrick Shanley Montaje: Dylan TichenorFotografía: Roger DeakinsMúsica: Howard Shore
En 1964, en el colegio católico de St. Nicholas, en el Bronx, un carismático sacerdote, el padre Flynn (Philip Seymour Hoffman) tiene un enfrentamiento con la estricta hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep) por la admisión de un joven alumno negro (Joseph Foster II). Lo que comienza como un problema disciplinario se complica al sospechar la monja que tal vez el sacerdote está abusando del chico. Otra novicia (Amy Adams) también cree que algo sucede.

El próximo jueves, 27 de Enero, a las 16.00 h, dentro del Ciclo: Cine y Filosofía, proyectaremos en el Lucas, la película: La duda.





La vida en sociedad

Mientras el psicólogo Nicholas Humphrey observaba un grupo de macacos Rhesus nacidos en el laboratorio, para llevar a cabo con éxito una gran cantidad de pruebas complejas, se preguntó cómo era posible que estos monos pudieran hacerlo tan bien en ese entorno de cautividad, cuando en realidad no habían tenido que buscar comida ni defenderse de depredadores en toda su existencia.

Somos primates: La vida en sociedad (1)
Humphrey llegó a la conclusión de que lo que desencadena la inteligencia de los primates de manera fundamental es el entorno social, ya que estos macacos sí vivían en grupos sociales diferenciados. Estas conjeturas, junto a estudios más recientes que muestran una fuerte correlación entre el tamaño del grupo y el volumen relativo del cerebro -o coeficiente de encefalización-, han llevado a formular la “hipótesis de la inteligencia social”. Dicha hipótesis desarrolla la idea de que la aparente inteligencia superior de algunos animales fue estimulada de manera principal por la compleja red de relaciones en la que primates humanos y no humanos debemos manejarnos todos los días.
Desde hace unos pocos años, hay un interés creciente en conocer la relación que existe entre vida social intensa y calidad de vida. Son decenas ya las investigaciones que muestran los beneficios directos de mantener relaciones satisfactorias de acuerdo con algunos indicadores observables, como son una mayor longevidad y una menor presencia de glucocorticoides, unas hormonas relacionadas con el estrés.

Hoy en día sabemos muy bien que el entorno social tiene efectos directos sobre las respuestas fisiológicas de los individuos. Por ejemplo, en varios estudios con monos ha quedado probado que los efectos negativos que suelen desencadenar los estímulos estresantes son menores si suceden en presencia de familiares o amigos. De manera paralela, Robert Sapolsky, neurobiólogo de la Universidad de Stanford, ha mostrado una correlación entre integración social de los babuinos y la presencia de niveles altos en sangre de esos mismos glucocorticoides.
Una de las manifestaciones más interesantes del fenómeno de la inteligencia social son las alianzas. Además, estas son algunas de las formas que puede adoptar la cooperación en una gran cantidad de especies. Los primates, por ejemplo, suelen mantener diferentes tipos de intensidad en las relaciones con unos u otros miembros. Aunque lo normal sean relaciones compuestas por dos individuos, no es infrecuente que se involucren a más sujetos formando complejas coaliciones. Puede ser entre miembros de distinto sexo, normalmente con fines reproductivos y, entre miembros del mismo sexo, con quienes se suele participar en actividades que implican colaboración como pueden ser la defensa de depredadores, la caza colectiva y hostilidades hacia otros miembros o coaliciones del propio grupo.
Las alianzas se suelen cuidar y mantener por medio de varios mecanismos, entre los que destacan la reciprocidad, el altruismo y la manipulación táctica. Los investigadores Dorothy Cheney y Robert Seyfarth afirman que es el intercambio de servicios, como el grooming (acicalamiento), la ayuda o compartir comida, lo que condiciona la intensidad de las relaciones entre los primates.
Algunos de los estudios más interesantes sobre las coaliciones los llevó a cabo un primatólogo llamado Ronald Hall en los años sesenta con babuinos en Kenia. Éste pudo demostrar que el éxito social de los machos de esta especie, dependen de su predisposición a luchar, pero por su tendencia a cooperar con otros compañeros también.
Acicalamiento social entre un par de macacos japoneses (imagen: Wikipedia).

Los primatólogos Carel van Schaik y Filippo Aureli, definen una relación valiosa como aquella que sucede entre dos individuos, en la cual existe una mayor frecuencia de comportamientos amistosos, como el citado grooming, además de una menor tasa de agresiones junto a un mayor número de episodios de ayuda en conflictos contra terceros. Esta observación relativa a una menor tasa de conflictos ha sido puesta en entredicho en varias publicaciones en las que se hallaron mayor número de conflictos y reconciliaciones precisamente en aquellos compañeros que mantenían relaciones de calidad.
El primatólogo Frans de Waal, estuvo observando durante cinco años la colonia de chimpancés de Arnhem, en Holanda, y ha podido demostrar con datos fiables cómo estos simios tienen sus simpatías y antipatías personales a la hora de apoyar o abandonar a miembros que están involucrados en un conflicto. Además, hay diferentes maneras de entender estas asociaciones dependiendo del sexo. Según de Waal, de manera muy general, las alianzas entre machos suelen tener como objetivo la dominancia, mientras que las que forman las hembras son para proteger a amigos y familiares.
Asimismo, de Waal ha podido constatar que estos vínculos, aunque suelen ser estables, pueden cambiar con el tiempo, como ocurre en humanos. Un comportamiento muy típico tanto en primates humanos como no humanos es lo que se llama “redirigir la agresión” hacia una tercera parte no implicada, algo muy frecuente entre los adolescentes -y los que no lo son tanto- de nuestra especie. Pues bien, estas víctimas no son elegidas de manera aleatoria, sino que suelen ser amigos de nuestros agresores o miembros cercanos a él socialmente. Este patrón de conducta también ha sido encontrado en varias especies de mamíferos sociales, como por ejemplo las hienas.

Las raíces de la inteligencia de las plantas

Las plantas no tienen cerebro, las plantas no tienen ni una sola neurona… pero ahora sabemos que las plantas perciben lo que sucede a su alrededor, se defienden contra sus depredadores, engañan a sus presas, e incluso se comunican entre ellas. ¿Cómo lo hacen? ¿Tienen sentidos como nosotros? ¿Hablan entre ellas?

martes, 18 de enero de 2011

Jose Maria Toro CanalSur

Más de 3000 personas han visto ya la primera parte de la entrevista realizada en el programa "El Club de la Ideas" de Canal Sur TV. En el podemos encontrar muchas claves para trabajar en nuestras aulas y en el Descanser



La cena del miedo (mi reunión con la ministra González Sinde)

(Amador Fernández-Savater, coeditor de Acuarela Libros, fue invitado (por azar, por error o por alguna razón desconocida) a una reunión con la ministra de Cultura y otras figuras relevantes de la industria cultural española para hablar sobre la Ley Sinde, el tema de las descargas, etc. En este texto cuenta lo que vivió, lo que escuchó y lo que ha pensado desde entonces. Su conclusión es simple: es el miedo quien gobierna, el miedo conservador a la crisis de los modelos dominantes, el miedo reactivo a la gente (sobre todo a la gente joven), el miedo a la rebelión de los públicos, a la Red y al futuro desconocido.]

La semana pasada recibí una llamada del Ministerio de Cultura. Se me invitaba a una reunión-cena el viernes 7 con la ministra y otras personas del mundo de la cultura. Al parecer, la reunión era una más en una serie de contactos que el Ministerio está buscando ahora para pulsar la opinión en el sector sobre el tema de las descargas, la tristemente célebre Ley Sinde, etc. Acepté, pensando que igual después de la bofetada que se había llevado la ley en el Congreso (y la calle y la Red) se estaban abriendo preguntas, replanteándose cosas. Y que tal vez yo podía aportar algo ahí como pequeño editor que publica habitualmente con licencias Creative Commons y como alguien implicado desde hace años en los movimientos copyleft/cultura libre.

El mismo día de la reunión-cena conocí el nombre del resto de invitados: Álex de la Iglesia, Soledad Giménez, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo, Alberto García Álix, Ouka Leele, Luis Gordillo, Juan Diego Botto, Manuel Gutiérrez Aragón, Gonzalo Suárez (relacionado con el ámbito de los vídeo-juegos), Cristina García Rodero y al menos dos personas más cuyos nombres no recuerdo ahora (perdón). ¡Vaya sorpresa! De pronto me sentí descolocado, como fuera de lugar. En primer lugar, porque yo no ocupo en el mundo de la edición un lugar ni siquiera remotamente comparable al de Álex de la Iglesia en el ámbito del cine o Muñoz Molina en el de la literatura. Y luego, porque tuve la intuición de que los invitados compartían más o menos una misma visión sobre el problema que nos reunía. En concreto, imaginaba (correctamente) que sería el único que no veía con buenos ojos la Ley Sinde y que no se sintió muy triste cuando fue rechazada en el Congreso (más bien lo contrario). De pronto me asaltaron las preguntas: ¿qué pintaba yo ahí? ¿En calidad de qué se me invitaba, qué se esperaba de mi? ¿Se conocía mi vinculación a los movimientos copyleft/cultura libre? ¿Qué podíamos discutir razonablemente tantas personas en medio de una cena? ¿Cuál era el objetivo de todo esto?

Con todas esas preguntas bailando en mi cabeza, acudí a la reunión. Y ahora he decidido contar mis impresiones. Por un lado, porque me gustaría compartir la preocupación que me generó lo que escuché aquella noche. Me preocupa que quien tiene que legislar sobre la Red la conozca tan mal. Me preocupa que sea el miedo quien está tratando de organizar nuestra percepción de la realidad y quien está tomando las decisiones gubernamentales. Me preocupa esa combinación de ignorancia y miedo, porque de ahí sólo puede resultar una cosa: el recurso a la fuerza, la represión y el castigo. No son los ingredientes básicos de la sociedad en la que yo quiero vivir.

Por otro lado, querría tratar de explicar lo que pienso algo mejor que el viernes. Porque confieso desde ahora que no hice un papel demasiado brillante que digamos. Lo que escuchaba me sublevó hasta tal punto que de pronto me descubrí discutiendo de mala manera con quince personas a la vez (quince contra uno, mierda para...). Y cuando uno ataca y se defiende olvida los matices, los posibles puntos en común con el otro y las dudas que tiene. De hecho me acaloré tanto que la persona que tenía al lado me pidió que me tranquilizara porque le estaba subiendo la tensión (!). Tengo un amigo que dice: “no te arrepientas de tus prontos, pero vuelve sobre los problemas”. Así que aquí estoy también para eso.

Quizá haya por ahí algún morboso preguntándose qué nos dieron para cenar. Yo se lo cuento, no hay problema, es muy sencillo. Fue plato único: miedo. El miedo lo impregnaba todo. Miedo al presente, miedo al porvenir, miedo a la gente (sobre todo a la gente joven), miedo a la rebelión de los públicos, miedo a la Red. Siento decir que no percibí ninguna voluntad de cambiar el rumbo, de mirar a otros sitios, de escuchar o imaginar alternativas que no pasen simplemente por insistir con la Ley Sinde o similares. Sólo palpé ese miedo reactivo que paraliza la imaginación (política pero no sólo) para abrir y empujar otros futuros. Ese miedo que lleva aparejado un conservadurismo feroz que se aferra a lo que hay como si fuera lo único que puede haber. Un miedo que ve enemigos, amenazas y traidores por todas partes.

Quien repase la lista de invitados concluirá enseguida que se trata del miedo a la crisis irreversible de un modelo cultural y de negocio en el que “el ganador se lo lleva todo” y los demás poco o nada. Pero no nos lo pongamos demasiado fácil y pensemos generosamente que el miedo que circulaba en la cena no sólo expresa el terror a perder una posición personal de poder y de privilegio, sino que también encierra una preocupación muy legítima por la suerte de los trabajadores de la cultura. Ciertamente, hay una pregunta que nos hacemos todos(1) y que tal vez podría ser un frágil hilo común entre las distintas posiciones en juego en este conflicto: ¿cómo pueden los trabajadores de la cultura vivir de su trabajo hoy en día?

Lo que pasa es que algunos nos preguntamos cómo podemos vivir los trabajadores de la cultura de nuestro trabajo pero añadiendo (entre otras muchas cosas): en un mundo que es y será infinitamente copiable y reproducible (¡viva!). Y hay otros que encierran su legítima preocupación en un marco de interpretación estrechísimo: la industria cultural, el autor individual y propietario, la legislación actual de la propiedad intelectual, etc. O sea el problema no es el temor y la preocupación, sino el marco que le da sentido. Ese marco tan estrecho nos atrapa en un verdadero callejón sin salida en el que sólo se puede pensar cómo estiramos lo que ya hay. Y mucho me temo que la única respuesta posible es: mediante el miedo. Responder al miedo con el miedo, tratar de que los demás prueben el miedo que uno tiene. Ley, represión, castigo. Lo expresó muy claramente alguien en la reunión, refiriéndose al modelo americano para combatir las descargas: “Eso es, que al menos la gente sienta miedo”. Me temo que esa es la educación para la ciudadanía que nos espera si no aprendemos a mirar desde otro marco.

Tienen miedo a la Red. Esto es muy fácil de entender: la mayoría de mis compañeros de mesa piensan que “copiar es robar”. Parten de ahí, ese principio organiza su cabeza. ¿Cómo se ve la Red, que ha nacido para el intercambio, desde ese presupuesto? Está muy claro: es el lugar de un saqueo total y permanente. “¡La gente usa mis fotos como perfil en Facebook!”, se quejaba amargamente alguien que vive de la fotografía en la cena. Copiar es robar. No regalar, donar, compartir, dar a conocer, difundir o ensanchar lo común. No, es robar. Traté de explicar que para muchos creadores la visibilidad que viene con la copia puede ser un potencial decisivo. Me miraban raro y yo me sentía un marciano.

Me parece un hecho gravísimo que quienes deben legislar sobre la Red no la conozcan ni la aprecien realmente por lo que es, que ante todo la teman. No la entienden técnicamente, ni jurídicamente, ni culturalmente, ni subjetivamente. Nada. De ahí se deducen chapuzas tipo Ley Sinde, que confunde las páginas de enlaces y las páginas que albergan contenidos. De ahí la propia idea recurrente de que cerrando doscientas webs se acabarán los problemas, como si después de Napster no hubiesen llegado Audiogalaxy, Kazaa, Emule, Megavideo, etc. De ahí las derrotas que sufren una y otra vez en los juzgados. De ahí el hecho excepcional de que personas de todos los colores políticos (y apolíticos) se junten para denunciar la vulneración de derechos fundamentales que perpetran esas leyes torpes y ciegas.

Tienen miedo a la gente. Cuando había decidido desconectar y concentrarme en el atún rojo, se empezó a hablar de los usuarios de la Red. “Esos consumidores irresponsables que lo quieren todo gratis”, “esos egoístas caprichosos que no saben valorar el trabajo ni el esfuerzo de una obra”. Y ahí me empecé a poner malo. Las personas se bajan material gratuito de la Red por una multiplicidad de motivos que esos clichés no contemplan. Por ejemplo, están todos aquellos que no encuentran una oferta de pago razonable y sencilla. Pero la idea que tratan de imponernos los estereotipos es la siguiente: si yo me atocino la tarde del domingo con mi novia en el cine viendo una peli cualquiera, estoy valorando la cultura porque pago por ella. Y si me paso dos semanas traduciendo y subtitulando mi serie preferida para compartirla en la Red, no soy más que un despreciable consumidor parásito que está hundiendo la cultura. Es increíble, ¿no? Pues la Red está hecha de un millón de esos gestos desinteresados. Y miles de personas (por ejemplo, trabajadores culturales azuzados por la precariedad) se descargan habitualmente material de la Red porque quieren hacer algo con todo ello: conocer y alimentarse para crear. Es precisamente una tensión activa y creativa la que mueve a muchos a buscar y a intercambiar, ¡enteraos!

Lo que hay aquí es una élite que está perdiendo el monopolio de la palabra y de la configuración de la realidad. Y sus discursos traducen una mezcla de disgusto y rabia hacia esos actores desconocidos que entran en escena y desbaratan lo que estaba atado y bien atado. Ay, qué cómodas eran las cosas cuando no había más que audiencias sometidas. Pero ahora los públicos se rebelan: hablan, escriben, se manifiestan, intervienen, abuchean, pitan, boicotean, silban. En la reunión se podía palpar el pánico: “nos están enfrentando con nuestro público, esto es muy grave”. Pero, ¿quién es ese “nos” que “nos enfrenta a nuestro público”? Misterio. ¿Seguro que el público no tiene ninguna razón verdadera para el cabreo? ¿No es esa una manera de seguir pensando al público como una masa de borregos teledirigida desde algún poder maléfico? ¿Y si el público percibe perfectamente el desprecio con el que se le concibe cuando se le trata como a un simple consumidor que sólo debe pagar y callar?

Tienen miedo al futuro. “¿Pero tu qué propones?” Esa pregunta es siempre una manera eficaz de cerrar una conversación, de dejar de escuchar, de poner punto y final a un intercambio de argumentos. Uno parece obligado a tener soluciones para una situación complejísima con miles de personas implicadas. Yo no tengo ninguna respuesta, ninguna, pero creo que tengo alguna buena pregunta. En el mismo sentido, creo que lo más valioso del movimiento por una cultura libre no es que proponga soluciones (aunque se están experimentando muchas, como Creative Commons), sino que plantea unas nuevas bases donde algunas buenas respuestas pueden llegar a tener lugar. Me refiero a un cambio en las ideas, otro marco de interpretación de la realidad. Una revolución mental que nos saque fuera del callejón sin salida, otro cerebro. Que no confunda a los creadores ni a la cultura con la industria cultural, que no confunda los problemas del star-system con los del conjunto de los trabajadores de la cultura, que no confunda el intercambio en la Red con la piratería, etc.

Eso sí, hablé del papel fundamental que para mí podrían tener hoy las políticas públicas para promover un nuevo contrato social y evitar la devastación de la enésima reconversión industrial, para acompañar/sostener una transformación hacia otros modelos, más libres, más justos, más apegados al paradigma emergente de la Red. Como se ha escrito, “la inversión pública masiva en estudios de grabación, mediatecas y gabinetes de edición públicos que utilicen intensivamente los recursos contemporáneos -crowdsourcing, P2P, licencias víricas- podría hacer cambiar de posición a agentes sociales hasta ahora refractarios o poco sensibles a los movimientos de conocimiento libre”(2). Pero mientras yo hablaba en este sentido tenía todo el rato la sensación de arar en el mar. Ojalá me equivoque, porque si no la cosa pinta mal: será la guerra de todos contra todos.

Ya acabo. Durante toda la reunión, no pude sacarme de la cabeza las imágenes de la película El hundimiento: encerrados en un búnker, sin ver ni querer ver el afuera, delirando planes inaplicables para ganar la guerra, atados unos a otros por fidelidades torpes, muertos de miedo porque el fin se acerca, viendo enemigos y traidores por todos lados, sin atreverse a cuestionar las ideas que les arrastran al abismo, temerosos de los bárbaros que están a punto de llegar...(3)
¡Pero es que el búnker ni siquiera existe! Los “bárbaros” ya están dentro. Me gustaría saber cuántos de los invitados a la cena dejaron encendidos sus ordenadores en casa descargándose alguna película. A mi lado alguien me dijo: “tengo una hija de dieciséis años que se lo baja todo”. Y me confesó que no le acababa de convencer el imaginario que circulaba por allí sobre la gente joven. Ese tipo de cosas constituyen para mí la esperanza, la posibilidad de razonar desde otro sitio que no sea sólo el del miedo y los estereotipos denigratorios. Propongo que cada uno de los asistentes a la próxima cena hable un rato sobre el tema con sus hijos antes de salir de casa. O mejor: que se invite a la cena tanto a los padres como a los hijos. Sería quizá una manera de sacar a los discursos de su búnker, porque entonces se verían obligados a asumir algunas preguntas incómodas: ¿es mi hijo un pobre cretino y un descerebrado? ¿Sólo quiero para él que sienta miedo cuando enciende el ordenador? ¿No tiene nada que enseñarme sobre el futuro? El búnker ya no protege de nada, pero impide que uno escuche y entienda algo.

Amador Fernández-Savater (11-1-11)
Fuente de la fotografía:rocketraccoon

jueves, 13 de enero de 2011

LA COMPETENCIA EMOCIONAL


Altruismo entre especies

En octubre del año 2008, un perro australiano llamado Leo salvó de la hoguera a varias crías de gato que se habían quedado encerradas cuando se desató un incendio en la casa donde convivían. La familia propietaria de la vivienda pudo escapar, pero Leo se negó a abandonarla y permaneció junto a la camada hasta que los bomberos acudieron a rescatarlos. Momentos después, el heroico perro tuvo que ser reanimado ya que había perdido la conciencia y había dejado de respirar.

Richard Gerver- Global Education Forum











Aprendizaje Social y Emocional en una Educación Global





miércoles, 12 de enero de 2011

WAY BACK INTO LOVE JIMMY LIAO

LAS RAZONES DEL CORAZÓN

LA CAVERNA DE PLATÓN

EL FILÓSOFO ENTRE PAÑALES

¿PIENSO, LUEGO EXISTO?

CARA A CARA CON LA VIDA

FILOSOFÍA PARA BUFONES

lunes, 10 de enero de 2011

REDES: LA CIENCIA DE LA COMPASIÓN


The Beautiful Universe


 


COMPRAR, TIRAR, COMPRAR




MENOS CONTEMPLAR, Y MÁS INTERACCIONAR

¿Cuáles son las nuevas competencias que los jóvenes necesitan para encontrar trabajo, además de los secretos del liderazgo y del trabajo en el ámbito cultural, a los que me referí la semana anterior?
Basta con repasar todo lo que no se nos enseñó a los de mi generación, en cuya lista figura en, primer lugar, el trabajo en equipo en vez de fustigarse unos a otros sin piedad. ¿Cuántos directivos hemos encontrado que son particularmente reacios a dejar que los demás conozcan lo que ellos ya conocen, por miedo a perder poder o influencia? Yo recuerdo uno en particular, especialmente inteligente y resabiado, que guardaba un archivo de todo lo que le acontecía, pero que jamás compartía estos datos con nadie; el archivo era su poder y, cuando ponía un email, nunca enviaba una copia a otro compañero de la empresa.
El desarrollo de la llamada “inteligencia social”, entretanto, ha puesto de manifiesto que no hay innovación sin multidisciplinariedad. En los países más avanzados abundan los proyectos denominados “traslacionales”, que se caracterizan por acortar los plazos que van desde el momento en que se produce un descubrimiento hasta que alguien puede beneficiarse de él; en los fármacos o terapias oncológicas, este periodo puede alargarse una década. Hoy, nadie debería dudar de que son las interrelaciones entre investigadores, clínicos y pacientes las que están en la base de toda innovación. Como me dijo en una ocasión el premio Nobel de Medicina Sydney Brenner: “Los que más me han enseñado fueron los que no sabían nada de lo mío”.
Tener vocación para solventar los problemas con que uno se enfrenta en lugar de escudriñar constantemente sus propios intestinos. Los expertos norteamericanos llaman a lo primero problem solving y los comunistas en los años 50 -alguna herencia buena nos dejaron junto con todo lo malo a lo que no han renunciado aún- aconsejaban preocuparse por todo lo que quedaba por construir fuera de uno mismo.


Menos contemplar y más interaccionar
Interacción, una de las claves para innovar y progresar (imagen: usuario de Flickr).


¿Alguien ha calculado las horas perdidas, que suman días y años en el caso de muchas personas, intentando saber si uno era bueno o malo en su interior, profundizando en el conocimiento de extraterrestres, de lo sobrenatural o del alma en lugar de ultimar con los demás un proyecto que beneficiara a todos? Solo muy lentamente aceptamos que es conveniente contrastar y hasta sustituir las convicciones heredadas por las pruebas diagnosticadas por aquellos cuya especialidad consiste en saber lo que le pasa a la gente por dentro. Menos contemplaciones y más interacciones es el mundo que viene.
En España prevalece también -mucho menos en países con otras tradiciones religiosas, como la calvinista- la manía de asentarse en la dicotomía que, supuestamente, separa el universo del trabajo de uno mismo. Incluso gentes conocedoras de su propia disciplina piden tiempo y horas para dedicarlas a lo que ellos denominan “a sí mismo”; consideran imprescindible para sobrevivir diferenciar su vida de su trabajo, incluso cuando se sienten cómodos en él.
Es esa una actitud que denota el concepto de “castigo implícito” en “ganarás el pan con el sudor de tu frente” o bien, lo que es mucho más remediable, el subproducto de un estado de cosas en el que no se ha puesto todo el esmero y el conocimiento necesarios -sobre todo en el sistema educativo y esquemas de organización social-, para que placer y trabajo coincidan plenamente. Menos tiempo reservado a uno mismo y más a los demás disfrutando lo mismo. Ese es el mundo que viene.
No nos queda espacio para comentar la competencia nueva que van a necesitar las nuevas generaciones para encontrar trabajo y reducir, simultáneamente, los índices de violencia y malestar. Es fácil adivinarla, ¿no?