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"Todo lo que sabemos, lo sabemos entre todos".
Campesino analfabeto andaluz

lunes, 10 de octubre de 2011

domingo, 12 de junio de 2011

Las infranqueables murallas del mercado político

Eduard Punset 12 junio 2011
El mercado político tiene unas murallas que lo convierten en inaccesible a cualquier mente que no forme parte de la estructura interna y subvencionada por el Estado. En ese sentido no es justo que algunos políticos respondan a las críticas alegando que las reformas se tienen que impulsar únicamente desde dentro. La ciudadanía, la sociedad civil, el mundo empresarial, universitario e investigador suman mucho más que las personas aglutinadas en los partidos políticos y no es fácil que estos se hagan eco rápidamente de nuevos despertares.
A esos partidos, los colectivos mencionados otorgaron por circunstancias históricas la representación de todos, hasta prueba de lo contrario, es decir, hasta que aquellos a quienes se otorgó, democráticamente, la representación de todos se nieguen a escuchar las sugerencias e ideas de reformas que flotan en cónclaves dispares, escritos, discusiones, tesis doctorales, libros, comentarios, discusiones en plazas públicas o redes sociales, en definitiva, en la opinión pública. Se trata de nuevos consensos sociales que pueden interesar a la gran mayoría en proceso de formación, pero que pueden no interesar a las personas e intereses atrincherados en la política anterior.
¿Han cristalizado ya algunos de esos nuevos pensamientos que en un futuro no lejano formarán parte del nuevo estado de cosas –gusten o no gusten a los políticos de dentro y de fuera del establecimiento–? Para empezar, sería bueno fijarse únicamente en aquellas tesis comprobadas ya y que cuentan con el parecer mayoritario de los ciudadanos. Vale la pena apuntarlas.
El mercado político tiene unas murallas que lo convierten en inaccesible a cualquier mente que no forme parte de la estructura interna y subvencionada por el Estado. (imagen: Grant MacDonald).
Primero. No parece que guste a la mayoría o que conduzca a mejores horizontes la vieja división del país en derechas e izquierdas, que antaño condujo a la horrenda Guerra Civil. Es más importante contar y agruparse en torno a los que están por delante de los problemas más acuciantes –como los sistemas de representación democrática, la reforma educativa, el medio ambiente o la energía– que los que siguen detrás, defendiendo viejos mitos inservibles en el mundo moderno como el control del estamento jurídico por los partidos políticos. Por favor, la sociedad en pleno está irritada por el discurso político cuando es más ideológico que centrado en problemas concretos.
Segundo. Es de sabios aceptar que se cometió un error en la transición política extendiendo el poder de los partidos políticos para controlar a los estamentos judiciales. Se violó el principio sacrosanto de la separación de poderes para dar mayor peso a instrumentos como los partidos políticos, que apenas habían existido durante el franquismo. Fue un error descomunal de cuya importancia no se percataron los políticos procedentes del franquismo, pero que habían aceptado el objetivo de la restauración democrática.
Tercero. Nadie disiente de la necesidad de democratizar los partidos políticos y devolver el poder de elección a los ciudadanos. No es tolerable que las listas de los candidatos a las elecciones las confeccionen los estados mayores de los partidos sin que los ciudadanos tengan nada que decir. El sentir general está en contra de las listas cerradas. No se puede hacer oídos sordos a este clamor popular; por lo menos, todo el rato. Fue el sentimiento equivocado que imperó inmediatamente después del franquismo, de nuevo, de que había que dar mucho poder a los partidos políticos para que pudieran estructurarse.
Por último, los excesos del sector inmobiliario y las heridas infligidas al paisaje muestran claramente que nunca se debió haber permitido que el urbanismo financiara directa o indirectamente a los partidos políticos y entes municipales con el acuerdo de los dos. Es también urgente corregir esta situación.

domingo, 5 de junio de 2011

Es hora de zanjar la transición de una vez por todas

En tiempos de crisis la manada recurre, evolutivamente, a los jóvenes para el liderazgo. Así ocurrió también en la Transición de la democracia después del franquismo. A nivel político todo el mundo lo recuerda; a nivel social aporto el ejemplo que viví personalmente: a mi regreso a España a mediados de la década de los 70, después de 20 años fuera, acepté la dirección de un servicio de estudios en la banca. En poco tiempo pude constatar cómo los tres presidentes de los primeros bancos del país fueron apartados o absorbidos por otros; no entendían nada de los cambios que estaban ocurriendo en la economía y mercados monetarios, a pesar de su probada experiencia anterior, hasta tal punto que las instituciones implicadas optaron, acertadamente, por recurrir a dirigentes mucho más jóvenes.


Ahora bien, cuando se cumple este proceso y las nuevas generaciones de políticos defraudan a la manada, esta se da cuenta de la inutilidad de haber apartado a los mayores y suele generalizarse una ola de desencanto. Esto es lo que ha ocurrido, muy probablemente, en la actualidad.

Las barreras de entrada en el mercado político son casi infranqueables. Es por ello, uno de los sectores en los que resulta más difícil innovar. La mayoría de los ciudadanos se sienten ahora frustrados de que no salgan iniciativas regeneradoras desde dentro del sistema. En esas circunstancias, la acción de los jóvenes es todavía más indispensable. ¿Cuáles son las pautas que se desprenden del proceso de renovación del nuevo pensamiento social?

De forma gradual pero continuada, ir superponiendo a la cultura de división entre derechas e izquierdas -que condujo a la cruenta guerra civil- la división más productiva entre los que están delante de las masas y los que están detrás. Esa tradición heredada, como casi todas las tradiciones, está causando daños irreparables en la cristalización de un nuevo pensamiento social y renovado.


La plaza del Sol de Madrid, el 18 de mayo, abarrotada de personas indignadas por el estado de la democracia (imagen: usuario de Flickr).

El nuevo pensamiento entraña, en segundo lugar, la renuncia a la violencia que, en el caso de España –uno de los pocos y grandes países que sucumbió a los horrores de la guerra civil-, es innegable. A escala mundial, científicos como Steven Pinker y otros han demostrado ya que, en contra de lo que muchos creen, están disminuyendo los índices de violencia en las sociedades modernas y aumentando los de altruismo; nos ha precedido un pasado horrible y cruel que está en la mente de todos.

La introducción del aprendizaje emocional en el sistema educativo constituye un instrumento imprescindible para consolidar ese objetivo. La democracia recuperada ha fallado en garantizar a la juventud un nivel de ocupación adecuado: la tasa del 45% de jóvenes parados es inaceptable. Yo creo –en contra de la opinión de muchos mayores e incluso de jóvenes-, que el sistema educativo es en gran parte responsable de esa situación, al no suministrar las nuevas competencias necesarias en la sociedad del conocimiento; el sistema educativo sigue enfocado a garantizar las competencias para conseguir trabajo en la sociedad reflejo de la revolución industrial y no de la nueva sociedad del conocimiento. Trabajar en equipo de modo cooperativo y aprender a gestionar sus emociones son dos de las competencias clave en el mundo que se avecina.

Tras el enunciado del recurso hacia los jóvenes, renuncia a la violencia e introducción de la gestión emocional en el sistema educativo, procede corregir los errores que han caracterizado la vida política en los últimos años. Es impensable que puedan conseguirse, de la noche a la mañana, todas las aspiraciones de los últimos dos mil años. Tendrán que aflorar solo las imprescindibles, que respondan al sentir mayoritario en la situación actual.

En primer lugar, está la falta de transparencia y legitimidad del sistema electoral. El derecho de libre elección de los representantes de los ciudadanos ha quedado reducido a la asignación burocrática de los elegidos por los comités permanentes de la dirección de los partidos políticos. Es urgente corregir esta fuente de resentimiento popular, cuya aplicación se justificó durante la Transición política para fortalecer a los partidos que habían sobrevivido a duras penas la dictadura franquista

El cese de la interferencia de los partidos en el poder judicial para preservar la división de poderes entre el legislativo, ejecutivo y judicial constituye otra de las grandes reivindicaciones pendientes que reclama la sociedad española.

La eliminación de la corrupción en los procesos urbanísticos que ha permitido concertar la financiación de los partidos políticos en detrimento del necesario cuidado y protección del paisaje y de la naturaleza, son otras de las prácticas que no admiten más demoras.

Por último, la comunidad científica consensuó en el siglo XX que no éramos únicos –en contra de las tesis del pensamiento heredado-, sino solo distintos del resto de los animales. Ahora, liderada por los neurólogos más reconocidos, la comunidad científica acepta que somos únicos, pero gracias a las redes sociales cuya libertad de acceso es preciso salvaguardar; el intercambio de conocimientos, chismorreos y genes dan paso a una nueva civilización que no necesitara dos mil años para cristalizar sino unos pocos. Las redes sociales confieren un gran peso a la manada; el peligro estaba cuando ese gran peso podía ejercerlo un solo individuo.

La existencia de redes sociales da mayor universalidad y un impacto más rápido a las propuestas, pero sigue exigiendo un periodo de reflexión y maduración de las mismas. Después habrá que buscar puentes de contacto y comprensión con las corrientes políticas dentro del sistema, que puedan contribuir a impulsar las reformas. Por último, la más modesta preparación de un plan de contingencia si fallaran las medidas anteriores exigiría, con toda probabilidad, una mayor presencia pacífica en las calles y articulación de apoyos políticos ahora inexistentes.

La vida misma es el equilibrio entre las fuerzas agresoras y contaminantes por una parte y la capacidad celular para regenerarse por otra. Cuando la segunda no está a la altura de la primera sobreviene la muerte. Yo creo, sinceramente, que la protesta ha recordado la necesidad de neutralizar las fuerzas agresoras que, a fuerza de niveles exagerados de impotencia, desencanto y desánimo podrían poner en peligro el equilibrio social. Ese toque de atención era imprescindible porque no se oía nada relevante desde el interior del sistema.

lunes, 30 de mayo de 2011

El pensamiento científico debería influir en la política

Pere Estupinyá - Ampliar imagenPere Estupinyá (Tortosa, 1974) es químico, bioquímico y divulgador científico. Fue guionista y editor del programa Redes de TVE durante cuatro temporadas y profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Universidad Ramón Llul. Tiene un blog en EL PAÍS llamado Apuntes científicos desde el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets). También estuvo en Harvard con la prestigiosa beca Knight de periodismo científico. Actualmente reside en Washington, donde analiza el periodismo científico en América Latina para el MIT e imparte conferencias.
El divulgador científico Pere Estupinyá ofreció la semana pasada en Bilbao una conferencia titulada El ladrón de cerebros, compartiendo el conocimiento de las mentes más brillantes, el mismo título que un libro publicado recientemente por este químico. Su ponencia se enmarcó en el III Seminario de Comunicación Científica que organizaron la Fundación de Biofísica y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV.

Pregunta. ¿Desde cuándo roba cerebros y por qué lo hace?
Respuesta. Por placer individual. En la comunicación hay dos motivaciones: la importancia de comunicar al público y la personal. En mi caso mi primera motivación fueron las ganas de aprender ciencia. Estudié bioquímica, empecé el doctorado y me gustaba muchísimo la ciencia, pero desde una perspectiva muy amplia. Empecé con el programa Redes ese trabajo, no de explicar lo que tú sabes, sino de robar de otros que saben mucho más que tú para transmitirlo.
P. ¿Cuál es la tecla para divulgar adecuadamente cuestiones científicas?
R. Depende del público. Pero si nos fijamos en el público objetivo para mí, al que tenemos que intentar llegar, que es aquel que a priori no está interesado en la ciencia. Porque si hablas a alguien que ya le gusta la ciencia, tienes que darle contenidos muy rigurosos. Pero el público amplio es el que vive de espaldas a la ciencia y el reto real es llegar a ellos. Lo primero que hay que hacer es crearles una emoción positiva hacia la ciencia. Hablamos del rigor, del asombro… yo creo que es la emoción. Despertar su interés. Hay que llegar primero a los corazones y luego a los cerebros. Lo contrario de lo que se suele hacer.
P. ¿Cuál es el tema más difícil de divulgar al que se ha enfrentado?
R. Sí, la química. Yo soy químico de formación y no desde ahora, sino de siempre enRedes habíamos intentado hacer programas de química…Me cuesta mucho encontrarle el punto interesante. Sobre todo, la manera de empatizar con el lector. Es muy desagradecida, porque es una materia fundamental, mejora nuestro mundo, pero…
P. ¿Qué momento atraviesa la comunicación científica en España? ¿Es eficaz?
R. Está en un buen momento. Cuando comparas con EE UU dices: “¡Uy, qué atrás estamos!”, pero cuando comparas con otros sitios la verdad es que no está tan mal. Y sí que hay un interés creciente. Internet también ha cambiado mucho el panorama.
P. Trabaja en EE UU. ¿Qué diferencias hay en entre la divulgación científica en España y en Estados Unidos?
R. Los científicos allí están muy entrenados para divulgar. Es una diferencia clave. Además, allí están muy acostumbrados a explicar historias. Aquí la divulgación es más aséptica, sobre todo en los medios. Más formal. Allí te cuentan una historia. Allí, a nivel institucional, los centros de investigación ponen muchos recursos en enlaces hacia el exterior.
P. Tiene varios blogs. ¿Los considera una herramienta eficaz para divulgar ciencia?
R. Hay una selección natural. El impacto que puede tener puede ir de muy poco a mucho. Yo me llegué a comprar un dominio, pero pensé: “Esto no lo va a leer nadie”, así que lo coloqué en el EL PAÍS, porque allí hay tráfico de usuarios. Hay que ir donde está la gente, no esperar a que la gente venga a nosotros.
P. ¿Cómo se puede salvar el puente entre periodistas y científicos?
R. Creo que eso está superado. Hay otros lugares, como Latinoamérica, donde sí hay una distancia muy grande entre ellos. Hay recelo por parte del científico y los periodistas dicen: “Esto no es interesante”. Si el periodista en bueno, el científico querrá hablar con él. Hay otros retos.
P. ¿Cuáles?
R. Colonizar espacios masivos. Internet está muy bien, pero al final mucha gente ve la tele. También es importante que el pensamiento científico impregne a la sociedad y llegue incluso a la toma de decisiones políticas. Que influya en la manera de gobernar, en la educación, en la competitividad económica del país.
P. Sostiene que los científicos son los héroes del siglo XXI. ¿Se les trata como tal?
R. No. Pero porque ellos tampoco se exponen como tales. Pero no sé si sería bueno o no, porque la ciencia es colaboración. No son héroes individualmente, sino en conjunto.
P. En su libro dice que revistas de prestigio como Science o Nature contienen más errores que otras consideradas inferiores. ¿Cómo se explica esto?
R. Pongamos que hay un estudio para ver si una mutación está asociada a una enfermedad o no. Pon que se haga con 200 individuos y salga que hay una influencia importante. Mientras tanto, otro estudio se hace con 500 individuos y sale una influencia más baja. Tal y como está montada la publicación científica, el de menos muestras pero resultado más espectacular será el que salga porque se prioriza el impacto. Pero el que se acerca más a la realidad es el de 500 muestras. Miran que la metodología sea correcta, pero priorizan por impacto. Eso hace que muchos de estos estudios con el tiempo se vayan retocando.

martes, 24 de mayo de 2011

Tras las elecciones


Incluso -y sobre todo- los que habíamos defendido en el pasado el futuro de las redes sociales hicimos bien en callarnos, el día que la ley sigue definiendo como de reflexión y, por supuesto, el mismo día de las votaciones; no fuera que contribuyéramos a que cundiera la sospecha de que la agitación del papel de las redes sociales estaba electoralmente manipulado. ¿Tuvo alguna incidencia en el resultado de las elecciones la concentración en determinadas plazas sugerida por las redes sociales?
A los expertos corresponde analizar los detalles para redondear esta respuesta. A nosotros puede bastarnos constatar que las concentraciones no alteraron el grueso del sentimiento mayoritario: el voto de castigo a un mal Gobierno. En lo concreto, tal vez pueda reseñarse su incidencia en la proliferación de las ofertas no bipartidistas, así como la disminución de votos del candidato ganador en algunos municipios como Madrid. Es poco, o muy poco, y vale la pena airear, entonces, algunas de las reivindicaciones populares consagradas en las redes sociales.
Primero: la necesidad de introducir el aprendizaje emocional y consiguiente reforma educativa para que los jóvenes puedan acceder a las nuevas competencias necesarias para encontrar trabajo.
Segundo: deshacer el acuerdo de los partidos políticos en torno a que el urbanismo financie a los mismos partidos a costa de destruir el paisaje y recursos naturales.

Eduard Punset
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Tercero: renunciar al sistema electoral de listas cerradas y admitir que la sociedad no está de acuerdo en absoluto en que, lejos de ser abiertas, la confección de las listas esté en las manos exclusivas de los comités directivos de los partidos.
Cuarto: retirar a los partidos políticos el poder de elegir e incidir sobre los órganos directivos del poder judicial, en detrimento del principio tradicional de las democracias europeas de la separación de poderes imprescindible entre el ejecutivo, legislativo y judicial.
Por último, ir superponiendo gradualmente a la cultura de división entre derechas e izquierdas, que condujo a la cruenta Guerra Civil, la división más productiva entre los que están delante de las masas y los que están detrás.
Deberíamos iniciar un proceso de reflexión continuado sobre estas conclusiones, aportando a los demás, una a una, las aspiraciones ya consensuadas socialmente.

domingo, 1 de mayo de 2011

OREJAS DE MARIPOSA

MENOS TAREAS, MEJORES NOTAS

El mundo está sorprendido con el método de aprendizaje de las escuelas en Finlandia. En ese país nórdico, los niños tienen mayor equilibrio entre sus responsabilidades escolares y su tiempo libre, y ese estilo relajado lo ha convertido en uno de los países punteros en las pruebas PISA, que cada tres años realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en inglés). Entre 1962 y 1999, el país nunca logró grandes promedios en educación, pero a partir del año 2000 se convirtió en uno de los mejores. Por eso, hoy no sorprende que los expertos hagan viaje expreso a Helsinki para saber cuál es el secreto de su éxito.
Y los hallazgos han puesto en duda algunos de los paradigmas que han llenado la educación en el mundo occidental. Para empezar, la educación formal en Finlandia comienza a los 7 años, la jornada diaria de clases es más corta de lo habitual y no tienen que someterse a exámenes ni pruebas para medir su conocimiento. Tampoco tienen sobrecarga de tareas en sus casas, por lo que hay más ratos libres para navegar por Internet, interactuar con otros amigos, escuchar música o practicar deportes. Los más grandes no tienen la presión de ir a la mejor universidad y se gradúan sin saber lo que es la angustia de la competencia.

Lo que se ha encontrado hasta ahora es que la mejora en la educación de este país nórdico no se resume en un fórmula mágica, sino que es el resultado de un concienzudo análisis que surgió cuando el gobierno se propuso, décadas atrás, ser más competitivo económicamente. De ese debate surgió un sistema inclusivo que acoge en sus aulas a niños de todos los estratos sociales y en el que se espera la excelencia sin importar de qué región o familia provengan. La escuela, además, involucra cosas diferentes a educar: se garantiza alimentación, salud y apoyo psicológico para los niños y su familia.

"Pero lo que subyace en el corazón del éxito educativo de Finlandia es el perfil de los profesores", dijo a SEMANA Andreas Schleicher, consejero en educación de la OECD y quien estuvo de visita en Colombia. Si bien antes no se requería mucho entrenamiento, hoy, incluso a los profesores de primaria, se les exige que tengan como mínimo una maestría. Esto es fundamental para el tipo de educación que actualmente se requiere, en la que el conocimiento no es tan fundamental como la creatividad, la flexibilidad, la iniciativa y la habilidad para aplicar el conocimiento a situaciones nuevas. En un informe hecho por la OECD sobre el caso Finlandia, un directivo de Nokia señaló que si contrata a alguien que no tiene los conocimientos de matemáticas o física que se necesitan para esa empresa, hay colegas que pueden subsanar esos vacíos en un par de semanas. "Pero lo que no puedo enseñar es a que piensen diferente, a que tengan ideas originales y a que no tengan miedo de cometer errores".

El alto perfil de los profesores también garantiza el diagnóstico temprano de las dificultades de aprendizaje de los niños y sus soluciones. Tal vez por eso, los que van más atrasados que el resto no necesitan contratar profesores particulares ni ser separados de los más 'pilos'. La idea es que los mejores jalonen a los quedados. Por ejemplo, no es raro que el maestro lleve a los niños de 9 años a un parque para aprender matemáticas. La profesora les pide que recojan frutos, palos, piedras y luego, que identifiquen las formas geométricas.

La pregunta del millón es si se puede trasladar la experiencia de ese país a Colombia. Schleicher señala que se deben buscar experiencias exitosas afuera, pero también adentro, pues "en Colombia hay ejemplos de escuelas exitosas cuya experiencia podría ser adoptada por otras". Pero tal vez la gran lección de Finlandia, dice, es que invertir en los profesores paga.

sábado, 26 de febrero de 2011

Richard Gerver: "El reto es formar a futuros adultos capaces de gestionar la incertidumbre del siglo XXI"

Richard Gerver es considerado un líder de la nueva educación. Aconseja a instituciones y gobiernos sobre cómo debe adaptarse la enseñanza a las futuras necesidades del siglo XXI. Esta semana impartió una conferencia en SEK Catalunya, colegio al que asesora.

¿El modelo educativo actual está agotado?
No soy alarmista, pero el modelo no es suficiente para los retos que se encontraran los que hoy son estudiantes durante el siglo XXI. El actual sistema se diseñó hace 150 años. Apenas ha cambiado, mientras que la sociedad lo ha hecho y mucho.

¿Qué retos cree que se encontrarán?
Tres grandes frentes. El cambio en el modelo económico. Un nuevo uso de los recursos energéticos que disponemos y una lucha por el medioambiente. La cohesión social y la diversidad. Son retos creados por adultos de ayer y de hoy, que tendrán que ser resueltos por los actuales niños.

¿Qué competencias deberían desarrollar los actuales alumnos?
Creatividad. Innovación. Autoconfianza. Independencia. Deben ser personas comunicativas y con visión de futuro. Deben indagar y cuestionárselo todo. El sistema tradicional enseña certezas, conocimientos y reglas. Es un aprendizaje previsible. El reto está en formar a futuros adultos capaces de gestionar la incertidumbre. No debemos olvidar las asignaturas tradicionales, pero hay que ofrecer mucho más a los alumnos.

Y el profesorado, ¿cómo debería afrontar esta transformación?
Deben tener la oportunidad de pasar temporadas fuera del colegio, lejos de la docencia. Cercanos a profesionales, para conocer qué es lo que la sociedad requiere y demanda. El profesorado debe estar abierto a los cambios, al progreso, ir más allá, comprometerse y renovarse. Y la sociedad debe permitírselo y reconocérselo.

La política educativa parece vivir un gran desconcierto. Las reformas son constantes y las estadísticas ofrecen bajos resultados en conocimientos. ¿Qué aconseja a los políticos responsables en educación?
Educación y política deben estar separados. El concepto de “política educativa” es el problema. Los políticos creen estar cualificados para decidir cómo educar. La enseñanza es algo muy complejo y su transformación lleva un tiempo. Los políticos buscan titulares y resultados en corto plazo. Planteo dos retos a los políticos: dar capacidad de decisión y confianza al profesorado. Un buen ejemplo en Europa es Finlandia.

¿Que la política deba estar separada de la educación quiere decir que no es positiva la enseñanza pública y subvencionada?
No. La educación pública es muy importante para el desarrollo de una sociedad. Los profesores del sistema público no pueden relajarse y deben ser responsables de los resultados. Pero para ello deben tener más competencias que las actuales. Los políticos culpan a los profesores del fracaso de un sistema educativo creado y gestionado por los gobiernos. Todos los profesores deben enseñar desde la pasión. Una motivación que no cuesta dinero.
El modelo tradicional es uniforme. ¿Genera adultos mediocres?
Todos deben aprender lo mismo y obtener los mismos resultados en la misma velocidad y forma. Los seres humanos somos complejos. La responsabilidad moral de un educador es descubrir los intereses y capacidades de cada niño. Obligamos a que todos sean iguales. Impedimos que cada uno florezca según sus posibilidades. Sí, genera mediocridad…

Parece que el gran peso de la educación recaiga en la escuela. Pero ¿qué papel deben jugar los padres o tutores en la educación del siglo XXI?
En el nuevo paradigma educativo toda la comunidad es responsable de la educación. Escuelas, padres y empresas. No podemos esperar a la universidad para formar niños con las habilidades necesarias para el siglo XXI. Las empresas deben decir qué se necesita, y esto debe ser aplicado desde las escuelas de primaria.

Las nuevas tecnologías son otro nuevo elemento de la educación. ¿Qué le aportan?
No hay relación entre lo que una persona memoriza y lo inteligente que es. La tecnología nos ayuda a ser más creativos y usar la inteligencia de otra forma. Las redes sociales son una herramienta fantástica para todos. Hay que enseñar a usar la red de forma responsable. La revolución digital nos hace más cercanos entre nosotros. Es vital asegurarse que los niños disfrutan del contacto humano. Tarea de los padres y de los profesores.

Considera que las redes sociales nos enseñan a través de inputs, sin profundizar demasiado…
Debemos conservar los dos mundos. El digital y el tradicional. Hay estudios que demuestran que los niños que usan redes sociales tienen mejor capacidad comunicativa, tanto hablada como escrita.

¿Los niños y jóvenes son más críticos de lo que pensamos?
Nacen pensadores críticos. El reto es enseñarles sin anularlos.

¿Puede valorar la revolución que se ha generado en Oriente a través de las redes sociales?
Internet es una gran herramienta de libertad, pensamiento y comunicación. El uso que han hecho en Oriente de las redes sociales demuestra la vital importancia de lo que podemos generar en el próximo siglo XXI.

jueves, 3 de febrero de 2011

La aventura del pensamiento: Hume






La aventura del pensamiento: Leibniz





La aventura del pensamiento: Sto. Tomás




Reduce, reuse, recycle ...

Si estás muerto, ¿por qué bailas?

Las rencillas de patio de colegio entre miembros de la Academia del Cine son una cortina de humo. Uno de los principales problemas es la disminución de espectadores en las salas. ¿Es posible recuperarlos?

Siempre me había gustado el título de esa película de Alfredo Landa y pensé súbitamente en él en el pasado Festival de Cannes. Mientras las estrellas más rutilantes del cine mundial efectuaban ese curioso paseíllo a caballo entre parada de los monstruos y desfile de moda que sucede sobre una alfombra roja, escuché a Catherine Deneuve -la última estrella europea, con permiso de Jeanne Moreau- murmurar entre dientes que se dibujaban a través de sus labios teñidos de granate intenso, mientras miraba con una cierta conmiseración a los fans que la aclamaban apostados a la entrada del Palais: "Supongo que estos serán los que también vendrán a mi funeral, así que voy a bailar para ellos". E inmediatamente avanzó hacia el centro de la alfombra y se pintó en su cara ese amago de sonrisa, que es la marca de la casa, que ofreció a los fotógrafos enfervorecidos y a los cazadores de autógrafos que rugían "¡Catherine!".

Isabel Coixet
Ahora el cine se ve en casa, en la tele o el ordenador. Sin la densa oscuridad de las salasVamos a seguir haciendo películas. Con o sin dinero. Para las grandes o las pequeñas pantallas
La actriz de Tristana y Repulsión encarna a un pedazo de la historia del cine, de un cine que no sé si murió, como dice Peter Greenaway, cuando se inventó el mando a distancia, pero que hoy a mucha gente se le antoja tan periclitado como los móviles con antena o los cigarrillos mentolados.
La comunión con la pantalla que excluía al mundo exterior y permitía al espectador una experiencia personal, intransferible y fuera del tiempo está agonizando. Mal que nos pese, esa densa oscuridad del fuera de campo de una sala de cine está dando sus últimos coletazos. Ver una película en casa, sea en un monitor de televisión o en la pantalla de un ordenador es un acto de consumo cuyo fuera de campo es la cotidianidad: los niños que juegan, la cafetera que silba, el desorden en las estanterías, la vida doméstica que lima la abstracción que propone una película, cualquier película.
El espectador de hoy, mientras ve una película en su ordenador, come, fuma, twitea, contesta correos, cuelga comentarios en los muros de los amigos. Así son las cosas. La relación entre lo visible y lo invisible se ha modificado. La noche artificial en la que te sumerge una película vista en una sala no tiene ya el carácter sacro que tenía para muchas generaciones de espectadores.
Esa banalización del disfrute, unida a la asombrosa ceguera de avestruz de los canales de distribución, que si viven en el mismo planeta que los espectadores lo disimulan muy bien, hace que el acto de descargar una cinta no cree ningún problema en los internautas. Una película en este momento de la historia es un entretenimiento escasamente relevante comparable a unos cromos de un álbum que no nos emocionan especialmente y que se cambian cuando uno ya los tiene repetidos o medio vistos.
Las películas ya no modelan nuestros puntos de vista sobre el amor, la política, la historia, las relaciones: han dejado de ser fundamentales. Ignorar esta disminución de la influencia del cine en la vida es algo que los cineastas no podemos permitirnos ignorar. La nostalgia, aunque inevitable, es un error (Simone Signoret dixit) que puede costarnos la supervivencia.
Es nuestro deber saber (o intentarlo al menos) dónde estamos y avanzar, aunque sea a ciegas y con multitud de traspiés, hacia algo que no conocemos aún, pero que nos va a llevar muy lejos de la zona de confort donde estamos instalados. Arriesgar, experimentar, explorar lo desconocido, poner lo mejor de nosotros en lo que hacemos sin tener el ojo puesto en la taquilla, el prestigio o nuestra propia vanidad es el único camino posible que se me ocurre. No es, por supuesto, nada nuevo: es exactamente lo que preconiza Rilke en Cartas a un joven poeta, el único libro que recomiendo cuando me dan la oportunidad de dar clase en alguna escuela de cine.
En los últimos tiempos he tenido conversaciones con cineastas de todo el mundo, desde estudiantes que están empezando a estudiar cine, hasta gente consagrada como Stephen Frears, John Sayles, pasando por Wim Wenders, Kore Eda, Olivier Assayas, Agnès Varda o Alejandro González Iñárritu, y estas son las pocas pero contundentes conclusiones a las que todos llegamos: hacer películas en las que creamos absolutamente. Con o sin dinero. Documentales, epopeyas, docudramas. Con o sin ayudas institucionales. Cortos, largos de ficción, mediometrajes, minipelículas de minuto. En 70 milímetros o con una aplicación del iPhone. Para las salas de cine, para la Red, para la tele o para una proyección en el terrado de nuestros vecinos.
El cine, gracias a las nuevas tecnologías, afortunadamente ya no es el tren eléctrico más caro del mundo, como decía Orson Welles. Otra cosa es que los que quieren hacer cine quizás lo que en realidad quieren es un instante de esplendor en la alfombra roja. Algo pasajero, burbujeante, efímero, banal. Y si me preguntan, muy muy aburrido. Son cosas diferentes y, a menudo, contradictorias.
Las rencillas de patio de colegio que tienen un eco, a mi modo de ver completamente sobredimensionado, en las páginas de los periódicos estos últimos tiempos y que tienen por protagonistas a miembros de la Academia, son una pintoresca cortina de humo que oculta los temas que he señalado antes: la pérdida de peso del sector cinematográfico en el concierto de la cultura, el abismo entre quiénes somos y lo que representamos, la incomprensible confusión entre instituciones y personas.
Los problemas del cine español -como los problemas del cine en todo el mundo- tienen que ver con una disminución gradual de los espectadores en circuitos convencionales. Asusta mirar las estadísticas: 140 millones de espectadores en 2004 (por no retroceder aún más), 104 millones en 2008. En 2010, las salas perdieron un millón de espectadores al mes. Los datos difieren según los diferentes estudios, pero todos coinciden en que la bajada de 2010 ha sido la más pronunciada. Repito: no solo en España. También en los países donde hay un control de las descargas del que aquí carecemos y donde es posible por un precio más que razonable bajarse una película y sus extras, con todas las garantías.
¿Estos espectadores que han dejado de ir al cine son los que se bajan las películas en la Red o se las compran a los chinos que venden por los bares (que cada vez se ven menos)? Yo creo que no. La gente deja de ir al cine por múltiples razones: porque pierden el hábito, porque no hay nada en la cartelera que les motive, porque prefieren gastarse 100 euros en una entrada de fútbol, porque se enganchan a las series de HBO, porque tienen niños y sale por un pico el cine y las horas de canguro o porque, simplemente, pasan: no es algo importante en sus vidas, lo arrinconan hasta el olvido.
¿Es posible recuperarlos? No lo sé. Lo único que sé es que en este momento en que nos encontramos, más que nunca, el deber de un cineasta es construir un punto de vista sobre la realidad (y en eso incluyo a cualquier tipo de cineasta, desde el más oscuro y minoritario al más comercial), saber dónde está, empaparse de las cosas que pasan (aunque luego haga una película de zombis en el espacio) y empeñarse en ser lo más libre que pueda.
Aunque duela. Aunque te pongan a parir. Aunque dé vértigo. Porque aunque el cine haya muerto, los cineastas vamos a seguir bailando. Es el único favor que podemos ofrecer a los espectadores. Ojalá aún estén dispuestos a bailar con nosotros.
Isabel Coixet es directora de cine.

lunes, 31 de enero de 2011

Entrevista con Edgar Morin: “Un camino para evitar el desastre anunciado”

A los 89 años Edgar Morin continúa produciendo ricas reflexiones orientadas hacia el porvenir. Este antiguo miembro de la resistencia, ex comunista, sociólogo y filósofo, a quien sin saberlo Nicolás Sarkozy copió hace algunos años el concepto de “política de civilización” acaba de terminar un nuevo libro, “El camino”, en el cual realiza una severa y angustiosa constatación de los males de nuestra época y trata de bosquejar algunas pistas para el porvenir. Entrevista de Rue 89.
Leyendo su libro nos hemos sentido golpeados por su pesimismo. Usted predice una catástrofe para la humanidad diciendo que lo peor no es nunca seguro. La nota esperanzada del final se dirige a los que sobrevivirán al cataclismo…
Escribir 300 páginas de propuestas para el futuro no es pesimista. Si hubiera sido pesimista habría sido Cioran, habría escrito algunas máximas diciendo “todo está perdido”.
Me ubico en un punto de vista que distingue lo probable de lo improbable. Lo probable para un observador dado en un lugar dado consiste en proyectarse hacia el futuro a partir de las mejores informaciones disponibles en su tiempo.
Evidentemente si yo proyecto hacia el futuro, el curso que sigue actualmente el planeta resulta extremadamente inquietante ¿Por qué?
No solamente debido a la degradación de la biósfera o a la propagación de las armas nucleares, sino también porque existe también una doble crisis: la crisis de las civilizaciones tradicionales bajo la influencia del desarrollo y de la globalización, que no es otra cosa que la occidentalización y la crisis de nuestra civilización occidental que está produciendo este acelerado futuro en que no existen controles para la ciencia y la técnica y donde la ganancia es desenfrenada.
La muerte de la “hidra” del totalitarismo comunista ha provocado el despertar de la hidra del fanatismo religioso y la sobreexcitación de la hidra del capital financiero.
Estos procesos parecen encaminarnos a catástrofes que no se sabe si van suceder o a combinarse. Todos estos procesos son lo probable.
Solamente la experiencia histórica nos muestra que llega lo benéficamente probable. El formidable ejemplo del mundo mediterráneo de cinco siglos antes de nuestra era: ¿cómo una pequeña y lastimosa ciudad como Atenas pudo resistir dos veces a un imperio gigantesco y alumbrar la democracia?
He vivido también otra experiencia. En el otoño de 1941, luego de haber destruido casi totalmente los ejércitos soviéticos que encontraba en su camino, Hitler llegó a las puertas de Leningrado y de Moscú. En Moscú un invierno prematuro congeló al ejército alemán. Los soviéticos ya se habían retirado hasta más allá de los Urales.
La historia habría sido diferente si Hitler hubiera desencadenado su ofensiva en mayo como él quería y no en junio luego de que Mussolini le pidiera ayuda, o si Stalin no hubiera sabido que Japón no atacaría a Siberia, lo que le permitió nombrar al general Joukov en el frente de Moscú.
El 5 de diciembre, la primera contraofensiva soviética liberó a Moscú hasta 200 km y dos días más tarde los estadounidenses entraron en guerra. He ahí algo improbable que se transforma en probable.
Actualmente ¿qué es lo improbable? La vitalidad de la llamada sociedad civil, una creatividad preñada de porvenir. En Francia la economía social y solidaria emprende vuelo, la agricultura biológica y granjera, soluciones ecológicas, actividades solidarias… Esta mañana recibí por email un documento sobre agricultura urbana.
En Brasil, adonde voy a menudo, formidables iniciativas están transformando actualmente una villa miseria condenada a la delincuencia y la miseria en una organización para salvar a los jóvenes.
Se crean muchas cosas. El mundo hierve de iniciativas por querer vivir. ¡Hagamos de tal modo que esas iniciativas se conozcan y crezcan! Allí está la mayor dificultad, porque estamos siendo arrastrados a toda velocidad en una carrera hacia los desastres, sin que tengamos conciencia de lo que nos ocurre.
La crisis intelectual es probablemente la peor porque continuamos pensando que el crecimiento va a resolver todos los males mientras que el crecimiento infinito y acelerado nos proyecta en un mundo finito que lo vuelve imposible.
No existen pensamientos lo suficientemente complejos para encarar todo eso: nuestra educación forma muy buenos especialistas pero incapaces de transmitir sus conocimientos a los demás. Hacen falta reformas solidarias. Todo eso nos muestra la dificultad que nos plantea el cambio de ruta.
Pero la humanidad ha cambiado muchas veces de ruta. ¿Cómo fue posible que el príncipe Sakyamuni, reflexionando sobre el sufrimiento elaborara una concepción de la verdad que se transforma en religión? ¿Cómo es posible que un pequeño chamán judío, disidente y crucificado generara gracias a Pablo esta religión universal que es el cristianismo? ¿Cómo, que Mahoma expulsado de la Meca, haya dado origen a una religión gigantesca?
¿Cree que hace falta un nuevo profeta?
No… pero sí hacen falta ciertamente nuevos pensadores. No hay que olvidar que los socialistas Marx o Proudhon eran considerados estrambóticos, y fueron ignorados y despreciados por la “intelligentsia” de la época. Sólo a partir de finales del siglo XIX nace el Partido socialista demócrata alemán, el socialismo reformista, el comunismo leninista, etc. y se desarrollan como formidables fuerzas políticas.
También en el plano histórico, el capitalismo se desarrolló como un parásito del lujo del mundo feudal. La monarquía luchaba contra el feudalismo y el mundo burgués y capitalista pudo entonces desarrollarse. La historia ha cambiado de sentido, es un factor optimista.
He partido de la idea de que hay que reformarlo todo y de  que todas las reformas son solidarias. Estoy obligado a pensarlo puesto que una revolución radical como la de la URSS o aún la de Mao, que pensaron liquidar totalmente un sistema capitalista y burgués, una estructura social, económica y estatal finalmente no lo lograron. Provocaron en cambio en el largo plazo la victoria del enemigo que creían haber liquidado: es decir un sistema capitalista peor que el de 1917 y la vuelta triunfal de la religión en Rusia y en China, la victoria del capitalismo vinculado a la esclavitud del Estado.
Lo que dice acentúa el pesimismo, puesto que se comprueba la existencia de un vacío de pensamiento. Ninguna fuerza política en vísperas del 2012 alberga esa complejidad.
En todos los sectores existen ejemplos positivos, marginales puede ser… Pero todas las grandes reformas y las revoluciones han surgido a partir de experiencias marginales.
Pero lo que no es pesimista es que yo vinculo la esperanza a la desesperanza. Cuanto más se agraven las cosas más se tomará conciencia. Hölderlin dijo: “Donde crece el peligro, crece también la salvación” es decir que hay posibilidades de que se provoquen las tomas de conciencia.
Es necesario superar el dualismo optimismo-pesimismo. Yo no sé si soy un “optipesimista” o un “pesioptimista” Son categorías en las que uno no debe dejarse encerrar.
¿Qué piensa usted del librito de Stéphane Hessel?
La juventud espiritual de Stéphane Hessel, su vida recta, la resistencia, la deportación, su fidelidad al programa del consejo de la Resistencia, su proyecto sobre los derechos humanos, la fundación para ayudar a las aldeas africanas… ¡Es un humanista planetario!
Su éxito es muy significativo y muy positivo. Su librito tiene la función de despertar pero es necesario evitar el malentendido de concentrarse sobre la noción de la indignación. Una indignación sin reflexión es peligrosa. La indignación no es un signo de verdad, la indignación es verdadera si se fundamenta en el análisis. Evidentemente si usted considera el asunto Bettencourt, hay de qué indignarse…
Ese libro es un chasquido despertador que va un poco más allá de la indignación. Pero es necesario superar este estadio por otro, el del pensamiento. Los días de huelga por las jubilaciones cumplían un papel polivalente, todos los descontentos se cristalizaban. Había un lado de “despertar popular”. Allí también hay un enorme trabajo a realizar ¿Por qué? A causa de la crisis, de la esterilidad del PS, en el lado cerrado y sectario de los pequeños partidos de izquierda… a despecho del interés de la ecología política.
Estamos frente a una crisis del pensamiento político. Yo que he tratado de inyectar el pensamiento político compruebo mi fracaso total. La cosa es más grave porque veo la muerte lenta de la gente de izquierda y de la gente republicana.
A principos del siglo XX los maestros y los profesores eran los portadores de las ideas republicanas, de las ideas de la revolución: “Libertad, Igualdad, Fraternidad” luego asumidas por el Partido socialista, por el comunista en las escuela de formación. En el mundo intelectual la “intelligentsia” era universalista y portadora de grandes ideas…
Ahora todo se ha terminado, la enseñanza se ha concentrado en las especialidades, se habla de Le Pen en las presidenciales, la situación es grave.
Pero allí puede que todavía pueda regenerarse con el mensaje de Hessel. O con el de Claude Alphandery, sobre la economía social y solidaria que aporta muchas ideas.
Las ideas que defendemos han sido elaboradas por pequeños grupos, con el doctor Robin, etc. El capitalismo no va a ser reemplazado por un golpe de varita mágica, pero es posible limitar su zona de dominio absoluto. Ya se han experimentado algunas ideas sobre monedas locales. Hay ideas en todas partes, he recogido en mi libro las experiencias de unos y otros.
Usted habla del crecimiento que persiste como credo de la clase política como uno de los vectores de agravamiento de la crisis. ¿Se ha convertido usted al “descrecimiento”?
No, es necesario combinar crecimiento y descrecimiento. Estoy en contra de ese pensamiento binario que no logra superar la contradicción. Hay que distinguir entre lo que debe crecer y lo que debe decrecer. Lo que va a crecer es evidentemente la economía verde, las energías renovables, las actividades solidarias, los servicios sorprendentemente subdesarrollados como los hospitalarios.
Sabemos muy bien que lo que debe decrecer es el derroche enegético y contaminante, esta carrera desenfrenada de consumo, de intoxicaciones consumistas…
Es todo un mundo de ideas, pero lo que falta es su ingreso a una fuerza política nueva.

En 2008 Nicolás Sarkozy le tomó prestado lo de la “política de civilización”? ¿Qué pasó luego?
Hay un mal entendido. En su campaña Nicolas Sarkozy habló de “política de civilización” Su asesor Henri Guaino, que conocía al menos el título tomó esta idea. Algunos diarios dijeron que me lo habían robado. En Le Monde, dije que yo no sabía qué es lo que Nicolas Sarkozy entendía pero yo sí expliqué lo que entendía por “política de civilización”.
Como no fuí demasiado agresivo me invitaron a reunirme con Sarkozy en el Elíseo. Allí me dijo que para él la civilización era la identidad, la nación, etc. Yo le expliqué: “Es luchar contra los males de nuestra civilización salvaguardando sus aspectos positivos·” La entrevista fue muy cordial.
Se sorprendió cuando al despedirme le dije: “Estoy seguro de que en sus discursos es usted sincero durante tres cuartos de hora lo que le permite decir otras cosas en el cuarto de hora restante”. Fue una pequeña broma.
Al día siguiente un periodista le preguntò sobre su “política de civilización” y él respondió “Ayer estuve con Edgar Morin, me aseguró que está de acuerdo con las tres cuartas partes de mi política”. Nunca ví tantos micrófonos preguntarme sobre eso.
En Francia tuve una importante tribuna para hacer comprender a la gente que yo no me había convertido en un incondicional de Sarkozy pero los amigos me telefoneaban desde España y desde Italia y me preguntaban ¿Tú también pobrecillo?
Fue luego de Kouchner, Amara… noten que gracias a Sarkozy, se editaron miles de ejemplares, Lo lamentable es que no tuvo ninguna influencia en su política. No comprendió.
¿Tiene usted contactos con responsables de la izquierda?
Recibí el libro de Arnaud Montebourg. En su dedicatoria dice inspirarse en algunas de mis ideas. Si es así estoy contento. Ségolène Royal me defendió en el momento del malentendido con Sarkozy. Mostró un ejemplar del libro diciendo que allí estaba la verdadera política de civilización. Pero no encuentro ningún signo de renovación política.
Usted defiende en “El camino” la democracia participativa, un concepto de Royal
Ella tiene razón. En Brasil existen ejemplos en los que la población analiza algunos presupuestos… Creo que como complemento de la democracia parlamentaria e institucional debe existir una democracia de base que pueda controlar y hasta decidir sobre ciertos problemas como la construcción de un tramo de carretera, la instalación de una fábrica…
Soy partidario de la democracia participativa pero sé que no es una solución mágica. El riesgo es que la población más involucrada esté ausente, los viejos, las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes…
También se corre el riesgo de que esas asambleas sean ahogadas por los partidos. Esa manía de los pequeños partidos troskistas de ahogarlo todo. Ellos creen hacer un bien en realidad, pero destruyen todo. ¡Vean el altermundismo!
A menudo son también los que más gritan, los que juegan los papeles más importantes y los demás se callan. Es necesario emprender toda una educación para ejercer la democracia participativa.
Si se cuida el germen de la renovación ciudadana las cosas pueden cambiar. Es necesario crear instituciones en las que se enseñe a los ciudadanos sobre los grandes problemas políticos. Como la democracia se está marchitando, la regeneración de la democracia es importante.
Sin embargo la mayor dificultad es el desencanto. Las viejas generaciones creyeron en la revolución, en el comunismo, en la denominada sociedad industrial, en la prosperidad, en el fin de las crisis. Raymond Aron ha dicho: “La sociedad industrial hará que la sociedad sea lo menos mala posible”. Había esperanzas, el socialismo árabe, las revoluciones… Todas esas esperanzas se han hundido.
Sin embargo en Brasil o en China esas creencias en la prosperidad, en el crecimiento, todavía existen.
En América Latina la izquierda existe en forma plural. Debe decirse las izquierdas. Lula, Kirchner, Bachelet, Correa… Chávez no, yo no diría que es de izquierda.
El Brasil, ese gran país con gran potencial industrial, apuesta su porvenir al desarrollo, lo cual es muy peligroso para la Amazonia, etc. En síntesis también allí se han introducido distintos pensamientos. Lula está dividido entre los que dicen que hay que proteger la Amazonia y los que quieren explotarla.
Correa no quiere explotar los recursos petroleros; Morales en Bolivia reconstruye la sociedad del “bien vivir” es decir vivir con la “pachamama”, la madre Tierra. Intenta realizar una simbiosis entre las civilizaciones tradicionales y las civilizaciones occidentales.
Las tradiciones aportan la relación con la naturaleza, las solidaridades familiares, de vecindario, de pueblo, el respeto a las generaciones mayores; sus defectos son a menudo el autoritarismo familiar, el conservadorismo. Occidente aporta la democracia, el derecho de los hombres y las mujeres.
El elemento disparador de la popularidad de Lula es la “bolsa familia” un subsidio a las familias pobres para que puedan mandar los chicos a la escuela y también para tener acceso al consumo. Esta idea se está estudiando en Marruecos y en otros países, es una forma de luchar contra la pobreza. Está muy bien. Es un continente muy vivo.
Pero en China existe una simbiosis entre el más terrible capitalismo y el autoritarismo total. Aunque allí también hay algunos fermentos: ecología, libertad…
Hablemos del desengaño. ¿Piensa usted que es algo propio de occidente o que es global?
Es global. Creo que la pérdida de la fe en el progreso como camino histórico es uno de los factores más importantes del desengaño. Esta creencia planteada por Condorcet fue inoculada al mundo entero. Ahora hemos perdido el porvenir. El mañana es incertidumbre, peligro, angustia. Cuando el presente es angustioso uno vuelve la mirada hacia el pasado, la identidad, la religión, de ahí el formidable despertar de las religiones.
Dimos un premio del Jurado del Mundo, del que formo parte, a una iraní que explica muy bien cómo la “intelligenzia” de izquierda luego de la caída del Sha, apoyó a Jomeini. Una parte de las nuevas generaciones se convirtió en integrista religiosa en los países árabes-musulmanes.
Observen están terrible crisis de Túnez: el régimen se declaró en contra del integrismo justificando la represión. Y así llegó a desintegrar las fuerzas democráticas que existían en el país. Constituye una situación trágica.
A Stephane Hessel, nuestro amigo Claude Alphandery y a mí nos consideran dinosaurios. Con Claude estuvimos en la resistencia, después fuimos comunistas y luego nos apartamos del comunismo. Ël a pesar de sus actividades bancarias no ha perdido sus aspiraciones.
Lo conocí después de la Liberación. Nos seguimos viendo con frecuencia y nos hemos dado cuenta que conservamos nuestras aspiraciones, pero hemos perdido nuestras ilusiones.
Algunos se convierten en cínicos…
O se pasan a la derecha o a lo religioso
¿Usted no está desengañado con Obama?
No, admiro y respeto a Obama. El estado regresivo del mundo ha provocado el fracaso de su política hacia Israel y Palestina, para el resto, Afganistán… Es un poco una víctima. Su fracaso me entristece pero no estoy desengañado.
Lo que temo es el desencadenamiento de una reacción estadounidense peor que la de Bush. Cuando uno ve el Tea Party, la reacción de los republicanos resulta preocupante. El diagnóstico de la regresión debe incitarnos a proponer un futuro. No un programa, un modelo de sociedad… No es necesario proponer un camino que pueda crear otros caminos y que ese camino pueda alumbrar la metamorfosis. ¡Es la vertiente optimista de una conclusión pesimista!
Usted dice que el desengaño es la pérdida de fe en el progreso. La proximidad del desengaño está relacionada con la proximidad de la propia muerte…
Jamás hubo esta comunidad de destino para toda la humanidad, todos los humanos tienen las mismas amenazas mortales, los mismos problemas de salud. Por eso la globalización es la mejor y la peor de las cosas…
El problema de la muerte me interesó en “El hombre y la muerte”. Detrás de este interés estuvo la muerte de mi madre cuando yo tenía 10 años, un acontecimiento atroz y absurdo, luego el fusilamiento, la deportación de mis amigos…
Es cierto, la vida y la muerte son dos enemigos, pero también la vida logra luchar contra la muerte con la ayuda de la muerte. Matamos los animales que comemos. Nuestras células mueren y son reemplazadas por células jóvenes. Esta permanente dialéctica entre la vida y la muerte en la que finalmente triunfa la muerte sobre los individuos, como sobre la vida con la muerte del sol, esto no hace sino fortalecer la idea de la importancia de vivir.
Se pueden reprimir las angustias de la muerte mediante la intensidad de la vida, las fuerzas vitales que son las fuerzas del amor, de la poesía, del arte de la comunión. No hay otra respuesta para la muerte que la de poder vivir su vida, salvo para los que creen en la vida después de la muerte.
Usted insiste en la idea de la metamorfosis con la parábola de la oruga y de la mariposa ¿Es una versión diferente de la vida después de la muerte?
No. después de la muerte existe la resurrección en el cristianismo y en el Islam, o la reencarnación. Mi idea es que algo sucede en la tierra. No sólo existen muchas metamorfosis en el mundo animal, entre los batracios, los insectos, sino también entre los hombres. Nosotros mismos cuando somos fetos nos metamorfoseamos. Pasamos del estado líquido al aire.
Históricamente toda la humanidad ha conocido la metamorfosis: las sociedades de cazadores en algunos lugares del planeta hasta las primeras ciudades, la agricultura, las grandes religiones, las obras de arte, las técnicas, la filosofía… Desde la aparición de los grandes imperios hasta la actualidad, se han producido extraordinarias metamorfosis.
Hoy en día debemos llegar a una metamorfosis post histórica, a una civilización planetaria cuya forma es imposible prever. Permanezco por lo tanto en un universo muy terrestre, por no decir terreno.
¿No es acaso el conflicto en Oriente Medio símbolo de los males de la civilización actual?
Exactamente. Los está llevando al paroxismo. Se han formado dos naciones en un mismo territorio, se han formado dos nacionalismos y ambos tienden a tomar una coloración cada vez más religiosa.
Muchos se preguntan qué es esta historia frente a los dramas de Sudán… No es así como debe plantearse la cuestión porque implica a millones de musulmanes, de judíos, de cristianos a causa de Jerusalem. Lo he pensado como una especie de cáncer, algo que produce metástasis: el antijudaísmo en el mundo musulmán se nutre del antisemitismo occidental que se atenúa en provecho del antiarabismo.
Esta historia agrava la situación mundial. No es el único factor del maniqueísmo y del integrismo, sino una degradación ciertamente general
Retiramos la palabra pesimismo…
Es necesario conjugar optimismo y pesimismo. Tal es el pensamiento complejo, unir dos nociones que se rechazan.

De mayor seré...lo que me guste

A mitad de curso surgen dudas de todo tipo. “Temo haberme equivocado a la hora de elegir” una determinada carrera; o bien “nunca debí haber confiado” en tal persona; “no sé qué me falta” que no acabo de sentirme seguro.
Es fascinante pensar que la mayoría de la gente no ha tenido la oportunidad de analizar el fundamento de sus dudas. Tomemos un ejemplo que afecta a millones de jóvenes y a sus padres. ¿Qué elemento debe ser el mío? –que es tanto como adivinar qué profesión elijo–. La pregunta no tiene ahora una respuesta fácil, porque el pensamiento científico está vaciando de contenido un arma que hasta ahora se había utilizado profusamente y con gran seguridad. Me refiero al llamado “coeficiente intelectual”.
Las generaciones anteriores estaban primordialmente interesadas en descifrar las capacidades de personas que buscaban un trabajo típico de lo que demandaba la sociedad industrial: ingenieros, economistas y científicos. Se prescindía erróneamente del vasto y fecundo campo creativo representado por las artes. Se creía que con un simple algoritmo se podía medir la inteligencia de cada cual y que esta se hallaba en los más preparados para los puestos más demandados.
Son muchos los que no se han percatado todavía de que todo ha cambiado. Hemos perdido confianza en los índices de inteligencia para medir la inteligencia y sobre todo la capacidad creativa de una persona. Hoy sabemos que difícilmente un solo universo puede prodigar lo que la sociedad necesita; son precisas interacciones entre fuentes académicas y creativas o artísticas.
Los jóvenes y sus padres deberían buscar menos lo que hay alrededor suyo e intentar penetrar en cuál es el elemento vocacional de su hijo. ¿En qué aprendizaje me siento bien? Esa pregunta es mucho más importante que descubrir cuál es la demanda o el empeño de un determinado sector fuera de uno mismo. Vale la pena enumerar los secretos de la creatividad pródiga, además, en puestos de trabajo.
Lo primero es estar seguro de aquello que uno disfruta haciendo. Los padres deberían –al aconsejar a sus hijos– intentar desentrañar el aprendizaje añorado por sus hijos. ¿En qué les gustaría trabajar o pasar su vida? Eso es lo importante. El segundo secreto de la creatividad y el trabajo futuro es la pasión. Seguro que hay un aprendizaje al que nos gustaría dedicar la mayor parte de nuestro tiempo de forma apasionada; sin que nos demos cuenta de que pasa el tiempo. El tercer secreto de la creatividad que tanto hemos descuidado es algo más duro, a veces, de sustentar de manera prolongada. Pero es perfectamente posible hacerlo si se dan los dos primeros requisitos: ser consciente de la vocación sentida apasionadamente.
Se trata, claro está, de intentar controlar la situación y solo existe una manera para controlarla, y es profundizando con disciplina y rigor en el conocimiento de esa pasión. Hay un cuarto secreto de la creatividad necesario para compensar la falta de interacción entre ciencia y arte. No es posible fijarse un objetivo ambicioso, aunque sea la consecución de lo que se considera el elemento o vocación propia, sin asumir algún riesgo.
En el Renacimiento se había producido ya una verdadera revolución, en la que la creatividad –sobre todo a través del arte– acompañó a la ciencia. Vino después la Ilustración, en la que todo el aparato ideológico, mental y numérico estaba diseñado para garantizar el progreso de la revolución industrial. Desde entonces, la separación absurda entre contenidos académicos y emociones, entre ciencia y creatividad, marginó a esta causando un daño incalculable.

El Aprendizaje del ahora y del mañana




RECETAS PARA AFRONTAR LOS TIEMPOS DE CRISIS

Eduard Punset: Algunas recetas para directivos en tiempos de crisis
“El liderazgo y el cambio de modelo empresarial pasa por el aprendizaje social y emocional en el mundo corporativo”, aseguró Eduard Punset en la inauguración del programa académico 2011 del Instituto Arnaiz de Estudios e Investigación que se celebró el pasado miércoles 26 de enero. Punset, que participó como invitado en la jornada titulada “Recetas para directivos en tiempo de crisis”, afirmó que el directivo “debe realizar un esfuerzo en aplicar en la empresa el principio de no hay conocimiento sin entretenimiento”.
Los nuevos empresarios “tienen que acercarse a las emociones de sus empleados, para evitar la dicotomía entre trabajo y placer”. En definitiva, añadió, “los responsables deben intuir el dominio o el elemento más adecuado en cada trabajador”. Punset dijo que “el problema real de la empresa no se circunscribe solo a una falta de recursos, sino a una ausencia de conocimiento e información para permitir la innovación
Eduardo Punset participó posteriormente en una mesa redonda acompañado del ex Ministro de Asuntos Exteriores y diplomático, Carlos Westendorp, de la investigadora y Presidenta de la Real Sociedad Española de Física, María del Rosario Heras, y del Presidente del Grupo ARNAIZ, que coincidieron en la necesidad de que las empresa, las universidades y las Administraciones “busquen las sinergias necesarias para favorecer la innovación y la implantación de nuevos modelos educativos y empresariales”.


INTERNET ESTÁ CAMBIANDO LAS MENTES

El libro 'Superficiales', de Nicholas Carr, defiende que la tecnología promueve la lectura frívola, aunque otros expertos lo niegan.

A los 35 años, Friedrich Nietzsche apenas podía escribir. De frágil salud, le dolía horrores fijar la vista en el papel. En 1882, recibió en su casa una Malling-Hansen, una precursora de las máquinas de escribir con forma de bola. Gracias al artilugio, el filósofo alemán volvió a plasmar sus ideas. De esa máquina saldrían sus mejores obras, como Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal o Ecce homo. Pero su literatura había cambiado. Como el propio autor reconoció a un amigo, su estilo se había hecho más telegráfico y, como si el hierro de las teclas se hubiera colado en la mente del escritor, más contundente y duro. La tecnología estaba modulando su mensaje, al estilo del aforismo de Marshall McLuhan de que el medio es el mensaje. Un siglo después, internet parece estar haciendo lo mismo, esta vez a millones de personas. Pero el resultado no está siendo tan fructífero. Según el estadounidense Nicholas Carr, el sinfín de estímulos que llegan al cerebro desde la red nos está haciendo unos superficiales.
Carr ha publicado esta semana la obra Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus Pensamiento). Editada en inglés el verano pasado, está generando una gran polémica tanto en EEUU como en Europa. El autor sostiene en la obra que la red, tan llena de ventajas, está alterando nuestras habilidades cognitivas. Haciendo un repaso por la historia de la tecnología, desde la invención del reloj hasta el libro, pasando por la bola de escribir de Nietzsche, muestra que cada una de ellas ha dejado su huella en la mente. Apoya el repaso con los más recientes experimentos en el campo de la neurología. Su conclusión es clara: internet, la última gran tecnología, está debilitando algunas de las funciones cerebrales más elevadas, como el pensamiento profundo, la capacidad de abstracción o la memoria.
El riesgo al delegar la memoria es «empezar a perder la humanidad»
El autor parte de una idea que ya planteó en un célebre artículo en la revista The Atlantic en 2008. Con el provocador título ¿Nos está haciendo estúpidos Google?, relataba su incapacidad personal para concentrarse. El libro, de hecho, es una extensión de aquella idea. "Solía ser muy fácil que me sumergiera en un libro o un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en los recursos de la narrativa o los giros del argumento, y estaría horas surcando vastas extensiones de prosa. Eso ocurre pocas veces hoy. Ahora mi concentración empieza a disiparse después de una página o dos. Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer", escribe en el primer capítulo de la obra. Él culpa a internet de su despiste. Ya no se concentra. Cuando está delante del ordenador leyendo un artículo, cada poco tiene que dejarlo para revisar el correo o para enviar un mensaje. Peor aún, cuando vuelve al texto, lo ojea por encima y se pierde en una marea de enlaces. Y no es el único al que le pasa.

Modelo más abierto

Un experimento realizado por el diseñador web Jakob Nielsen muestra que se surfea por el contenido de un sitio antes que leerlo en profundidad. Colocó a 232 voluntarios una minicámara para registrar sus movimientos oculares y los puso ante un texto online. Casi ninguno leyó línea tras línea. En realidad, leían el primer párrafo, después escaneaban la parte derecha de la página, se detenían en las líneas centrales y volvían a surfear por la página. Es todo lo contrario a lo que se hace con un libro.
"Es el eterno miedo a lo nuevo", replica un investigador
Carr sostiene que la red incentiva un tipo de lectura superficial. La consecuencia es que entrena la inteligencia visual-espacial pero, a cambio, debilita el procesamiento profundo. Hay, sostiene, una relación directa entre el número de enlaces y la comprensión por culpa de la sobrecarga cognitiva.
Sin embargo, el consultor y especialista en nuevos medios Juan Varela asegura que "ninguna tecnología nos hace más estúpidos, pero los problemas abundan al utilizarlas ahora y antes. Las tecnologías digitales ponen a disposición de los ciudadanos un modelo más abierto, participativo, social y eficiente de gestión de la información, pero a menudo faltan criterios claros para aprovecharlo. Ahí está el principal problema. La clave no es la tecnología, sino tener la destreza y la voluntad adecuadas para aprovecharla". Sería entonces cuestión de una falta de entrenamiento.
Carr apoya su tesis en la neuroplasticidad. La moderna neurología considera probado que el cerebro se ve modificado por el proceso de adquisición de una nueva destreza y por su propio ejercicio. Además, sigue generando nuevas neuronas y conexiones entre ellas, sinapsis, a lo largo de toda la vida. Según la neuróloga Maryanne Wolf, fueron los sumerios, inventores de la escritura, los primeros en establecer intensas interconexiones entre las áreas del cerebro relacionadas con la visión, la conceptualización, el análisis espacial y la toma de decisiones. Su obra la completarían los griegos al perfeccionar el alfabeto creado por los fenicios. Esto supuso el paso de la tradición oral a la escrita.
La tecnología que ha modelado al ser humano es el libro, según el autor
Para el autor, la gran tecnología que ha modelado al ser humano moderno ha sido el libro. A comienzos del primer milenio, aparecieron en Europa las primeras gramáticas. La abigarrada escritura continua dejaba paso a frases y palabras separadas y acentuadas. Por primera vez, se hacía para los ojos y no para los oídos. Aunque supuso el fin de los escribas y lectores oficiales, este cambio hizo posible la escritura en privado, liberando la inventiva, el pensamiento alternativo y hasta el herético. Pero también permitió la lectura en profundidad, la desconexión del mundo que nos rodea. La invención de Gutenberg generalizó el cambio. Ahora, 550 años después, "la imprenta y sus productos están siendo desplazados del centro de nuestra vida cultural hasta los márgenes", escribe Carr, por los medios electrónicos.
El neurofisiólogo del Neurocom de la Universidad de A Coruña y experto en neurociencia computacional Xurxo Mariño reconoce que la tecnología y la cultura modelan el cerebro. El problema es saber cuánto, cómo y si tendrá continuidad. "Es poco probable que internet produzca una modificación evolutiva", explica.
A corto plazo se deberían dar dos factores conjuntamente. Por un lado, un uso cultural que modifique el sistema nervioso. Es lo que podría estar ocurriendo con internet. "Lenguas diferentes, por ejemplo, crean mentes distintas". Pero falta descubrir la existencia de genes con una susceptibilidad previa que puedan aprovechar esta nueva tecnología y que se prolonguen en sucesivas generaciones.
Un experto en la red señala que la clave es tener destreza con la tecnología

Cambios culturales

Entre las capacidades que deterioran internet estaría la memoria. Delegamos cada vez más en calculadoras, móviles y otras máquinas datos e informaciones que recordar. Muchos han recurrido a la metáfora de ver la mente como un ordenador y a internet como una gran memoria colectiva. El problema aquí, según Carr, es que la memoria biológica no es como la artificial. Cada vez que se recupera un recuerdo, este se recrea en una especie de fitness cerebral. Sin el ejercicio, las sinapsis neuronales se encogerían. El riesgo que corremos al delegar lo más humano, como el pensamiento y el intelecto en los ordenadores, dice Carr, "es el de poder empezar a perder nuestra humanidad".
"Son argumentos tan viejos como el tebeo", alega el profesor de filosofía de la ciencia en la Universidad Autónoma de Barcelona, David Casacuberta. Este investigador del impacto social y cognitivo de la tecnología recupera un pasaje del Fedro de Platón para desmontar los miedos de Carr. Precisamente, el mismo pasaje que recoge el autor en su libro. En él, el rey Thamus reprocha al dios Thot que haya concedido la escritura a los humanos. "Implantará el olvido en sus almas", dice Thamus. Pero la escritura nos dio nuevas habilidades. "Es el eterno miedo a lo nuevo", añade Casacuberta.
El profesor coincide con Carr en que internet está desplazando a otros medios culturales, como el libro. Pero niega que tenga que ser perjudicial. "Nuestro cerebro no funciona secuencialmente, página a página, sino enlazando conceptos, como los hiperenlaces en internet".